Supongo no será necesario decirlo, ya que durante días Cortes de Pallás, nuestro pequeño y extraordinario pueblo, ha recibido una atención en las televisiones nacionales sin precedentes. Pero por si acaso hay alguien que aún no se ha enterado, o está leyendo esto desde otro país, aquí están los hechos de forma muy resumida: el pasado lunes día 6 de abril, a eso de las 19:30, una sección de unos 40 m de la ladera norte de la Muela falló catastróficamente deslizándose hacia el embalse y cortando de paso el único acceso por carretera pavimentada a Cortes de Pallás. Se da la circunstancia de que el día anterior la carretera había estado cortada por la caída de varios bloques de dimensiones métricas en el mismo punto, pero se reabrió al tráfico el mismo lunes por la mañana tras despejar la vía.
En un primer momento, cuando sentimos el temblor, escuchamos el sordo rumor de la caída y vimos ascender el polvo por el valle, el primer pensamiento se dirigió hacia la terrible y cierta posibilidad de que hubiese muerto gente. Todos habíamos visto (en fotografía o en persona) el estado de la ladera tras la reapertura del tráfico y nos parecía claro que lo peor estaba por venir. Sin embargo, tras constatarse que no se habían producido víctimas, el foco de la preocupación se trasladó a la resolución inmediata, primero, y definitiva, después, del acceso a Cortes de Pallás. De un golpe, fuimos conscientes de nuevo del aislamiento secular de la localidad, que tan sólo durante los últimos años se ha roto gracias a la ingeniería, permitiéndonos estar en Valencia en poco más de una hora.
También se ha constatado una vez más la necesidad humana de buscar un agente directo e inmediato de lo ocurrido, ya sean las lluvias, las voladuras realizadas por Iberdrola en las obras de ampliación de la central subterránea de la Muela, la falta de previsión o vigilancia o la no adopción de medidas correctoras previas. Pero como suele ocurrir con todos los fenómenos complejos, no suelen existir tales explicaciones sencillas. No es mi intención ofrecerlas ni especular, aunque creo que es necesario definir adecuadamente el contexto para poder interpretar los hechos adecuadamente. Empecemos.
La montaña que no es tal
Es habitual referirse a la Muela de Cortes como ‘una montaña’. Los que conozcan la zona se estarán preguntando cómo es posible poner en duda algo que es evidente. Prácticamente desde cualquier punto, especialmente desde el caserío, la Muela se yergue como una muralla ante el observador. Tanto más desde la orilla del embalse, justo enfrente del pueblo, y aún era más espectacular antes de la construcción de la presa. El cauce a la altura de Cortes está, aproximadamente, a la cota +250 mientras que la coronación de la Muela aquí está por encima de la +800. Eso supone un desnivel de unos 600 m con un desarrollo horizontal de menos de 1 km. Precisamente esa fuerte pendiente es la que convierte este emplazamiento en un sitio excepcional para la construcción de una central eléctrica reversible. Las casualidades no existen.
La Muela de Cortes en el punto conocido como La Muralla, por razones obvias. |
Pero si adoptamos la perspectiva adecuada, nos damos cuenta de que, en realidad, la Muela no es una montaña, si no que más bien el cañón del Júcar es una zanja de increíbles dimensiones que parte por la mitad una zona de relieve aproximadamente tabular, lo que también ocurre en otros puntos del perímetro de la Muela, como en el valle de Sácaras. Tanto uno como otro son fosas tectónicas en los que la corteza terrestre se ha fracturado y hundido en relación con el resto. De esta forma, el cañón es invisible hasta que se está prácticamente encima. Así se ve mirando hacia el norte cuando uno circula por la CV-428 antes de descender hacia el Oro.
Vista hacia el sur al aproximarse la límite septentrional de la muela de El Oro por la CV-428. Aparentemente ante nosotros no hay más que una llanura...Fuente: Street View - Google Earth |
Pero al llegar a la curva y comenzar a bajar hacia el Oro descubrimos que tal llanura es una ilusión. Fuente: Street View - Google Earth |
La fosa tectónica del cañón del Júcar está formada por un conjunto de fallas que delimitan múltiples bloques hundidos a distintas alturas, fallas y bloques que marcan el camino al río. Por ejemplo, la zona conocida como Bujete es uno de esos bloques. Zarooza, el macizo sobre el que se asienta el pueblo, es otro. El puntal de Crespo, Tambúcar, La Muralla, Chirel, todos estos topónimos se corresponden con otros tantos bloques hundidos. Por añadidura, los bordes de algunos de estos bloques no son todo lo limpios que parecen, sino que están, a su vez afectados por fallas que delimitan pequeñas escamas hundidas. Este es el caso, precisamente, en la zona del deslizamiento.
La fosa tectónica del Júcar y los bloques que la delimitan. |
Una larga historia de cambios
Ya hemos dicho, en relación con la elección de Cortes para la instalación de una central reversible, que las casualidades no existen. Pero los acontecimientos que hicieron posible esta circunstancia son muy antiguos. Y la aparición de esta cicatriz tan profunda precisamente aquí tampoco es una casualidad. De forma muy simple: la fosa tectónica del Júcar se formó durante el Mioceno y, posiblemente, tiene una edad inferior a 5 millones de años. Sin embargo, la región estaba, por así decirlo, predispuesta a que ocurriese esto por la existencia (sin evidencias directas, hasta donde sé, es un asunto controvertido) de un sistema de fallas profundas en el zócalo cuyo origen está en el rift pérmico que provocó la rotura de Pangea y la apertura del océano de Thetys (hechos acontecidos hace 250 millones de años). La debilidad de la corteza en la región se evidencia en la aparición de vulcanismo reciente por el ascenso de magma desde el manto (véase el artículo sobre el volcán de Cofrentes). Si bien esta falla (o sistema de fallas) no ha sido activa desde probablemente el Mioceno inferior, ha condicionado de forma definitiva la evolución tectónica de la región. Durante el Paleógeno, la colisión entre Eurasia y África que atrapó Iberia entre medias levantó algunas auténticas montañas en la región, como la sierra de Martés. Y digo auténtica porque, a diferencia de la Muela y otras elevaciones de la zona, está formada por el plegamiento y apilamiento de la corteza. La ubicación de esa sierra no es casual, sino que está determinada, de nuevo, por la falla del zócalo que suponemos existe en profundidad.
Vista del cañón del Júcar desde el puntal del Francho. En el centro de la imagen el castillo de Chirel. Al fondo la sierra de Martés. |
Por último, en un contexto de distensión asociado a la apertura del golfo de Valencia, la región se colapsó y se formó la fosa tectónica del Júcar. La elevación general de la región proporcionó, finalmente, al energía necesaria para el encajamiento de la red fluvial.
Work in progress
Es de sobra conocido que los ríos excavan valles fluviales. Cuando uno ve antiguas fotografías del Cañón del Júcar llama la atención, no obstante, la gran profundidad del mismo. El tiempo en el que el Júcar, un río no especialmente caudaloso, ha realizado este trabajo se antoja muy corto para haber excavado y retirado semejante cantidad de roca. Hay que pensar que tan pronto se formó la fosa esta comenzó a rellenarse con los escombros procedentes de los bloques que la flanqueaban.
Así pues, ¿qué fuerzas en acción han dado lugar al paisaje que observamos? Por un lado, el levantamiento general de la zona. Las rocas de la región se formaron en mares poco profundos, principalmente sobre el Cretácico. Sin embargo, ahora se encuentran a alturas en torno a los 900 m sobre el nivel del mar. El mar es el nivel de referencia que el río busca permanentemente y el hecho de que la corteza se haya elevado proporciona la energía gravitatoria necesaria para el funcionamiento del proceso. La gravedad es el motor. Pero fijémonos ahora en las rocas: en los cantiles de la Muela vemos calizas y dolomías, rocas muy duras capaces de sostener cortados extremadamente verticales e incluso desplomes. Además, se encuentran a mucha altura sobre el cauce, lejos del alcance del río. ¿Por qué es el cañón tan ancho si el río sólo puede excavar en su base? ¿Por qué no es una ranura estrecha? Varios factores hacen que esto sea así. Empecemos por fijarnos en la forma del valle: vemos niveles tendidos que alternan con otros casi verticales. En realidad, la Muela es como una tarta en la que alternan niveles menos coherentes (margas, arenas, arcillas) que dan lugar a las laderas tendidas con otros más resistentes (calizas y dolomías), que forman los cantiles.
Alternancia de laderas tendidas y cantiles verticales en la cabecera del arroyo de Cortes. |
Cuando apilamos materiales sueltos, como las arenas, la grava o los bloques que forman los taludes más tendidos del cañón, estos se organizan formando un talud con un ángulo característico que depende del material (recordemos lo que ocurre cuando hacemos una montaña de arena en la playa). Este ángulo es independiente de la altura del talud, de forma que si el talud se hace más alto, la base también lo hará para mantener su perfil de equilibrio. De esa forma, cuando nos ponemos a hacer un hoyo en la playa, no podemos conseguir que sea profundo y vertical (ignoremos los efectos del nivel freático, por ahora). Tarde o temprano, las paredes de nuestro hoyo se vienen abajo buscando su ángulo estable y el agujero se ensancha. También hemos observado lo difícil que es excavar en la arena de la playa por debajo del nivel en el que aparece el agua del mar. Esto se debe a que el agua se filtra a través de la arena, arrastrándola a su paso. Así, poco a poco, la base de nuestros taludes se va socavando hasta que se produce el colapso de las paredes. Estas se vienen abajo y se forman otras nuevas con el ángulo ya conocido.
Estos mismos dos procesos ocurren en el valle, con el Júcar como elemento que erosiona en la base y descalza los taludes. Eventualmente la ladera se colapsa y una avalancha de escombros se precipita hacia el cauce mientras las laderas alcanzan nuevamente el perfil de equilibrio. El río es el encargado de transportar esos escombros, de los cuales los de mayor tamaño quedan atrás esperando una avenida de suficiente magnitud para arrastrarlos. Inevitablemente el cañón se va ensanchando.
Fotografía aérea de la zona donde se ha producido el colapso de la ladera la Muela. Es visible la traza de la carretera que asciende serpenteando hacia la localidad por la ladera sur. Observad la cantidad de bloques de grandes dimensiones que reposan en el cauce del Júcar. Fuente: Vuelo interministerial 1973-1986 disponible para consulta en la Fototeca del IGN. |
Ahora bien, esta explicación sirve para los niveles menos coherentes pero, ¿qué ocurre con los niveles más resistentes? Bueno, efectivamente, las calizas y dolomías no se ven afectadas, inmediatamente, por estos procesos de la ladera. Por eso consiguen mantener un perfil vertical. No obstante, los cantiles de la Muela son colosos con pies de barro, nunca mejor dicho. Tarde o temprano son socavados por su base, hasta que la roca no resiste más y se rompe en bloques que inician su lento camino hacia el cauce. Por otra parte, aunque las rocas son duras, están afectadas por otros procesos como la disolución del carbonato cuando el agua circula por las grietas.
De forma básica, esto explica el cañón que ahora vemos. Lejos de pensar en el paisaje como algo estable ‘que ha estado así toda la vida’ hemos de verlo como algo extremadamente dinámico, como un niño que trata desesperadamente de excavar un hoyo profundo junto al mar sin conseguirlo jamás. Recordemos que los procesos descritos siguen en acción ahora mismo trabajando incansablemente.
El paisaje y las obras humanas
Ahora que hemos visto el contexto, podemos reflexionar acerca de lo ocurrido. La ladera norte de la Muela ha sido ocupada intensamente por el ser humano en los últimos años. En un espacio muy reducido se han construido dos carreteras, una central subterránea y su ampliación y la estación de bombeo que iba a ser la captación alternativa del transvase Júcar-Vinalopó.
En una escala de tiempo adecuada, nos parecerá algo verdaderamente atrevido. A fin de cuentas, no podemos luchar contra estos procesos geológicos indefinidamente y salir victoriosos. Tanto más cuanto nosotros hemos modificado las condiciones de contorno: al construir el depósito de la Muela hemos modificado el régimen de circulación de las corrientes de agua subterráneas (la fuente de las Gotas se secó tras la obra) lo que ya estuvo a punto de causar un desastre en la presa de Cortes II. Especialmente, hemos elevado el nivel freático llevando el agua hasta la cota actual, lo que posiblemente está tras otros deslizamientos recientes en el Cañón. Hemos ampliado la plataforma de la carretera de Cortes (aprovechando, como no, los niveles más blandos y deleznables de la ladera) descalzando el talud natural justamente en el punto donde se ha producido el colapso actual. Hemos realizado voladuras subterráneas que pueden haber generado nuevas familias de grietas o producido vibraciones (a la vista de la escala de tiempo que manejamos, resulta extraño oír decir como justificación que estas finalizaron hace dos años).
El caso del deslizamiento de ladera que a punto estuvo de afectar a los órganos de la presa de Cortes II es especialmente interesante. En aquel entonces, los trabajos de construcción provocaron la reactivación de deslizamiento anterior. Sólo una intervención rápida permitió salvar la infraestructura. Otros deslizamientos se han producido tras el llenado del embalse. En estos casos el mecanismo probable es la saturación de un nivel margoso por donde se produjo la rotura del terreno tras la elevación de la lámina de agua.
Desconozco cuál es la causa inmediata del caso que nos ocupa, si es que existe tan sólo una, pero lo que sí es cierto es que en las laderas del cañón hay procesos en marcha cuya magnitud y escala superan la capacidad humana.
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El 30 de noviembre de 2018 se ha publicado una nota técnica en la revista Remote Sensing en la que se analiza mediante técnicas numéricas el posible impacto de un evento similar en la ladera de la Muela inmediatamente enfrentada a Cortes. En esta nota, elaborada por personal del IGME y de la Universidad de Alicante, se hace referencia al análisis realizado por personal del IGME días después del incidente, que se clasifica como un 'rockfall'. Por tratarse del único estudio público que he localizado, os dejo aquí el enlace.
Os pego también el párrafo en que se describe el evento:
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Actualización:
El 30 de noviembre de 2018 se ha publicado una nota técnica en la revista Remote Sensing en la que se analiza mediante técnicas numéricas el posible impacto de un evento similar en la ladera de la Muela inmediatamente enfrentada a Cortes. En esta nota, elaborada por personal del IGME y de la Universidad de Alicante, se hace referencia al análisis realizado por personal del IGME días después del incidente, que se clasifica como un 'rockfall'. Por tratarse del único estudio público que he localizado, os dejo aquí el enlace.
Os pego también el párrafo en que se describe el evento:
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¿Un fallo en la falla?
La rotura de la ladera se ha producido en un bloque fallado que se interpone entre el embalse y la cavernas subterráneas de la central de la Muela. Esa falla tiene un efecto beneficioso para las obras construidas, ya que constituye una barrera impermeable en las por otro lado permeables calizas y dolomías. No obstante, cuando hablamos de falla estamos simplificando la realidad. El término más apropiado es el de zona de falla (damage zone – zona de daño, en inglés). Aunque el desplazamiento se produzca finalmente siguiendo un plano, el volumen afectado por la deformación frágil es mucho mayor y se extiende a uno y otro lado de él. En la zona de falla las rocas están dañadas, cruzadas por multitud de fracturas de varias escalas. En efecto, la deformación frágil va desde la escala cristalina hasta la macroscópica. En el caso del bloque que nos ocupa, el desplazamiento vertical es de unos 150 m cuando en su zona superior no tiene una anchura mayor de 50 m. Es decir, se trata de una lasca muy delgada que ha pasado por un proceso tectónico de envergadura en un contexto que ahora ya conocemos. Sin duda esa pequeña loncha de montaña está muy dañada y en proceso de ‘demolición’. Ese pequeño macizo es justamente donde se ha producido el deslizamiento y es de imaginar que habrá una preocupación justificada por lo que pueda ocurrir a partir de ahora con el resto de él, especialmente por lo que respecta a la integridad de las obras subterráneas.
Y ahora, ¿qué?
Me temo que en este caso no existen soluciones fáciles. La primera premisa, la de prestar la máxima atención a los procesos geológicos en curso, no se ha cumplido, de modo que ahora no nos queda más que tratar de minimizar los daños. El pasado domingo pude comprobar que el nivel del embalse de Cortes está excepcionalmente bajo: tal vez por medida de precaución, para analizar se existen daños en las estructuras sumergidas o para poder estudiar la magnitud del deslizamiento. Entre tanto, la ladera busca el ángulo de equilibrio y no se puede asegurar que el proceso de ajuste haya terminado. En mi opinión, es difícil pensar en retirar el material caído sobre la carretera sin incurrir en riesgos adicionales (de hecho, unos meses después de publicarse este artículo volvió a producirse un nuevo desprendimiento, de menores proporciones). Ahora ya sabemos que eliminar ese material podría suponer descalzar el nuevo talud recién formado.
Por otra parte tenemos el problema estrictamente humano. La población de Cortes lleva treinta años viviendo a poco más de una hora de la capital de la provincia. La ingeniería ha permitido salvar el formidable obstáculo del cañón y nos ha hecho olvidar cuán dependientes somos de la geología que durante millones de años ha producido el paisaje sobre el que vivimos. Las técnicas de construcción modernas permiten generar una ficción en una escala temporal muy diferente de la de los procesos que configuran la Tierra, y por eso estamos expuestos a un despertar terrible como este. ¿Qué hacer ahora? A mí, personalmente, me parece evidente que el acceso actual tiene una solución difícil. No veo espacio en la ladera para reconstruir los accesos actuales con condiciones de seguridad a largo plazo a la vez que se mantiene el paso y la funcionalidad de las infraestructuras existentes (hay que seguir entrando a las cavernas de la Muela). Hay inversiones extraordinariamente costosas que quizá haya que dejar sin servicio, lo que supone una difícil decisión. Construir un nuevo puente, además de caro, no es fácil. ¿Cómo cimentar las pilas sin vaciar el embalse? ¿Cuánto cuesta la no producción del aprovechamiento hidroeléctrico si se vacía el embalse durante un periodo prolongado? En el contexto de crisis actual, ¿es concebible plantear la construcción de un puente de suspensión para evitar vaciar el embalse? ¿Deben acometer esa obra las administraciones locales (Conselleria y Diputación? No lo creo. El aprovechamiento de Cortes-La Muela junto con la central nuclear de Cofrentes constituyen un polo esencial para el sistema eléctrico nacional y por tanto la resolución del problema debe ser abordado por el Estado. En cualquier caso, mucho me temo que una solución definitiva y segura se va a demorar durante años para perjuicio de los habitantes de Cortes.
Por último, está la cuestión legal. ¿A quién exigir responsabilidades? Es evidente que lo que ha ocurrido es el resultado de la dinámica geológica propia del cañón del Júcar. No obstante, es cierto que hace años que los habitantes de Cortes denuncian la situación precaria del acceso, no siendo la primera vez que se produce un suceso que obliga a cortar el paso temporalmente. Se da la circunstancia de que la ladera (y media Muela de Cortes) es propiedad de una compañía privada, Iberdrola, que desde hace años explota para su beneficio el aprovechamiento hidroeléctrico. Si mi casa se derrumba y causa daños a alguien, el responsable soy yo, aunque no haya provocado voluntariamente el hecho. Hasta ahora se han aplicado parches, como colocar elementos para detener los bloques caídos antes de que alcance la carretera, pero no se han tratado la verdadera causa del problema, quizá ante el reconocimiento del hecho de que no existe una solución fácil.
Lecciones para el futuro
Una vez que se materializa un acontecimiento como este poco se puede hacer ya. Quizá la lección más importante para evitar situaciones como estas es aumentar el conocimiento general de la población ante los procesos geológicos de forma que se puedan valorar adecuadamente los riesgos. Es un caso muy similar al de las inundaciones del Ebro y otras catástrofes naturales. La diferencia de escala entre el tiempo geológico y la del tiempo de las vidas humanas propicia esto. Pero como vemos, el coste de ignorar la geología es demasiado alto como para que nos podamos permitir ignorarlo impunemente.
Quizá deberíamos escuchar con más atención. Gracias a la herramienta Street View de Google Earth podemos revisar el estado de la ladera fallada antes del incidente. Aquí la tenéis.
Algunos signos evidencian los procesos en marcha. Por ejemplo, la ladera se estaba moviendo y dejándonos un mensaje escrito en el pavimento.
Un detalle de la plataforma de la carretera de Otonel en el punto del deslizamiento. Esa familia de grietas representa la intersección con el suelo de la superficie de rotura en desarrollo. Se trata de señales que deberían haberse escuchado. Fuente: Street View - Google Earth
Se me ocurren dos frases ‘de película’ que podrían resumir la situación. La primera es de Indiana Jones y la última Cruzada y dice: “Está jugando con fuerzas que no puede comprender”. La segunda es de Top Gun (sí, Top Gun, ese clásico ochentero) y dice: “Su ego extiende cheques que su bolsillo no puede pagar”.
Prestemos atención. La geología siempre gana, en el largo plazo.
La ladera en cuestión antes del colapso. A pesar de la aparente calma, un paisaje en construcción. |
[Nota: naturalmente, las opiniones vertidas en este artículo son mías y sólo mías. Que conste.]
Referencias:
Por el Júcar. Notas y apuntes de un viaje. Eduardo Soler y Pérez. Joan F. Mateu, José Miguel Ruíz, Pilar Carmona (Eds.) Universitat de Valencia 2007. Página 64 y ss.
[Una última anotación. En la barra de la derecha podéis leer más acerca de la geología de Cortes de Pallás simplemente haciendo click en esa etiqueta.]
Buen artículo, enhorabuena, es muy dificil explicar a la gente el tiempo geológico y de los procesos naturales con respecto a nuestro tiempo de vida, de evolución contínua y rápida. Hacen falta más geólogos!!!.
ResponderEliminarGracias!
EliminarSon las doce de la noche y tengo que irme a la cama, pero antes darte las gracias por este excelente atículo.
ResponderEliminarDespues de la compresión de Iberia, en el Mioceno hubo una distencion de la corteza en esta zona nuestra de Levante; eso lo tenia en mente siempre que salia por la montaña, pero con tu trabajo has fijado mis hipotesis al cien por cien.
Gracias, Ximo.
EliminarMagnifico y esclarecedor artículo
ResponderEliminarGracias, Joaquín!
EliminarEstupendo artículo. Gracias.
ResponderEliminarGracias, Atanasio!
EliminarExpresar mi felicitación por este minucioso estudio y facilmente entendible por su natural explicación.
ResponderEliminarMe hago una pregunta: ¿Os han pedido colaboración desde alguna administración?
Gracias, Baldomero! Respecto a tu pregunta: no de ninguna manera! Doctores tiene la Iglesia y esto no es más que un blog personal. Veremos qué solución se adopta.
EliminarMe ha encantado, muy buen artículo.
ResponderEliminarFina García - Bicorp
Gracias, Fina.
EliminarMagnifico Articulo, gracias por ilustrarnos tanto y tan bien.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Francisco.
EliminarMuy interesante y muy didáctico. Gracias por compartir este análisis detallado de la situación geológica de la zona.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Nacho. Nos vemos pronto.
EliminarGran explicación didactica , realizada con sentido practico pisando el terreno y de ser gran observador de todo lo que hay en la naturaleza . Un fuerte aplauso desde Quesa.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigos.
EliminarA la atención de D. Óscar Navarro. Encontrado, casualmente, este Blog en Internet. Me pongo a leerlo y me interesa mucho, ya que me aporta múltiples datos científicos a mis vivencias puramente de aficionado en mis continuas excursiones por los montes de Cortes. Voy a leer con más detenimiento todo lo escrito sobre periodos, estructuras, materiales... a ver si consigo aprendérmelo. Si no hay inconveniente, pienso usar los datos, indicando el nombre del autor, en los boletines digitales mensuales que -de forma puramente artesanal- hago sobre Cortes. Gracias por toda la información y un cordial saludo. Miguel Aparici Navarro. Cronista Oficial de Cortes de Pallás (envío mensual, gratuito, del BOLETÍN DE CORTES DE PALLÁS Y SUS ALDEAS pidiéndolo a: aparicinavarro@telefonica.net).
ResponderEliminarHola Miguel,
EliminarNo hay inconveniente. El blog está ùblicado bajo una licencia creative commons cuyos términos se encuentran al pie de la página. Respecto a la forma de realizar la cita, prefiero que se incluya la URL del blog. Algo así: Óscar Navarro (www.aventurasgeologicas.com)
Saludos
Gracias por darnos a conocer el lugar en el que estamos.
EliminarGracias a ti por visitar Aventuras geológicas.
EliminarUn saludo