Justo en el límite entre Cortes de Pallás y Dos Aguas se extiende uno de los parajes más agrestes y remotos de esta zona. Justo al norte del Júcar, entre el relieve tabular de la muela del Oro y el cañón del río encontramos una alineación de materiales triásicos que constituyen la terminación oriental del diapiro de Cortes de Pallás. Precisamente estos materiales y su contenido en arcillas impermeables son la razón de que justamente en esta zona se encuentre el vertedero de Matrona, donde acaba la mayoría de los residuos urbanos generados en el área metropolitana de Valencia. A su vez, esta infraestructura toma su nombre del pico Matrona, que no es más que un punto elevado en la cresta continua formada por los bloques mesozoicos fracturados, hundidos y basculados desde su posición original en el margen norte de la Muela de Cortes. Esta cresta se extiende de forma casi continua desde los pies de Matrona, justamente donde se ubica la cerrada de la presa del Naranjero, hasta el antiguo salto de rambla seca, donde el diapiro corta el cañón del Júcar propiciando el encajamiento de la rambla de los Gallegos. Entre ambos puntos se encuentra el pico Salinas, al igual que Matrona simplemente un punto elevado de esta cresta. Precisamente esta cresta protegió los materiales más deleznables que constituyen el propio diapiro y el relleno de la cuenca perimetral norte del mismo de la erosión. O al menos lo hizo hasta que a favor de algunos puntos de debilidad en esta cresta los barrancos la atravesaron y comenzaron a encajarse aguas arriba por medio de la erosión remontante. Esta es la razón de lo abarrancado del terreno, de que no existan apenas caminos y de que los pocos cultivos existentes sean de poca extensión, ganados duramente a base de abancalar las empinadas laderas.
Vista hacia el este desde la Era del Herrero. En primer término, el mojón de Cortes,que señala el límite entre términos municipales. Al fondo la sierra del Ave, y a la derecha el cañón del Júcar y la Muela de Cortes.
Al igual que ocurre con las carreteras actuales, los caminos principales tradicionales se extendían siguiendo la propia alineación del diapiro, de dirección aproximada NE-SW, y a lo largo de ellos se extendían las principales referencias topográficas que aún pueden consultarse en los mapas: corral del Hornero, Guartipol, era del Herrero, casa de la Era, casa de la Salina...estos nombres hacen referencia a los usos del territorio o a sus propietarios (casa de la Leonor, de Agustina...) y en algunos casos son tan sonoros como Umbría del Castrador. Como me dijo mi padre una vez, hubo un tiempo en que cada piedra tenía nombre, aunque ya no quede casi nadie que lo recuerde. En otros casos los nombres son evidentes: pico Salinas y retorno de la Salina hacen referencia a una salina que todavía existe entre Salinas y Matrona donde se explotaba la sal procedente del Keuper. No deja de ser sorprendente la forma en que los antiguos nombres, totalmente desprovistos de contexto, se aferran a la cartografía.
Ortoimagen del área con indicación de las principales referencias toponímicas citadas en el texto. El norte está arriba.
Planimetría histórica de 1905 del área estudiada. Se refleja el trazado de los caminos existentes en la época. El círculo rojo indica la ubicación de la Era del Herrero. Fuente: IGN.
Hoy en día todavía puede recorrerse parte de uno de los caminos tradicionales que conducían desde El Oro hasta Dos Aguas por esta zona, aunque en algún punto está casi perdido. El año pasado seguí este camino para subir por primera vez al pico Salinas, donde nunca había estado (y no sé si volveré, ya que hay que trepar y destrepar atravesando zonas con bastante arbusto de ese que se defiende con espinas). Desde luego, el ascenso vale la pena por las espectaculares vistas del cañón del Júcar.
Vista hacia el sur desde el pico Salinas. El meandro está exagerado por la realización de la fotografía panorámica.
La vista hacia el este nos permite ver alguno de los elementos mencionados anteriormente: el vertedero de Dos Aguas al pie de Matrona y las salinas del Retorno de la Salina, en la desembocadura del barranco que atraviesa el Keuper de donde procede la sal. También puede apreciarse el espectacular cambio de buzamiento de las capas cretácicas provocado por el arrastre de los materiales diapíricos triásicos:
Vista hacia el este desde el pico Salinas. Prominente sobre el río destaca el pico Matrona, y a la izquierda, en el horizonte, el vertedero de Dos Aguas. Abajo en el centro se distinguen la salina por su color blanco. He remarcado con una línea blanca las capas del Cretácico superior para mostrar la curvatura formada por el arrastre de la intrusión del diapiro. El barranco se ha formado en los materiales del Keuper que afloran en esta estructura.
Pero no fueron estas vistas, por espectaculares que fuesen, las que atrajeron mi atención. Cuando me giré para mirar hacia el norte, hacia la umbría del Castrador, a los pies de la cresta de Salinas, vi algo sorprendente en la loma al otro lado de la vaguada, en la zona conocida como Era del Herrero. Curiosamente, en los mapas también aparece el topónimo Mojón de Cortes, en una visión claramente Dos-Aguas-céntrica, ya que por aquí pasa el límite de término entre este municipio y Cortes de Pallás. Al observar la loma con los prismáticos parecía bastante claro que estaba surcada por un conjunto de fracturas que dividían los materiales dolomíticos del Muschelkalk que la constituyen.
Vista hacia el norte desde el pico Salinas. Al otro lado del collado de la Umbría del Castrador, sobre el camino, se observa una red de fracturas en el macizo de la Era del Herrero.
Durante el descenso, tomé alguna fotografía más próxima que confirmó que, efectivamente, una red de fracturas corta todo el macizo en su cara sureste. Estas grietas parecían tener unas dimensiones importantes, aunque la vegetación que crece en su interior dificulta su observación. Lamentablemente, agosto no es el mejor momento para alargar una mañana de campo en este terreno sin sombras, de modo que el misterio estaba planteado y no quedaba más remedio que afrontarlo en otro momento. Pero las preguntas estaban claras: ¿Cuál es la verdadera naturaleza y dimensiones de esta red de fracturas? ¿Por qué se han formado en este lugar? ¿Qué relación guardan con la geología de la zona?
Vista desde la Umbría del Castrador. He marcado en rojo las fracturas para hacer más evidente su trazado.
Lo primero fue tratar de identificar en las ortoimágenes disponibles este sistema de fracturas, para poder apreciar su verdadera dimensión. En la ortofoto del vuelo del PNOA de 2018 se aprecia perfectamente la red de grietas. La que he señalado en la imagen con una flecha supera los 100 m de longitud, aunque contando su prolongación hacia el noreste está cerca de los 250 m. También podemos ver como son, en general, aproximadamente paralelas siguiendo un rumbo NE, aunque algunas de ellas están formadas por segmentos que cambian de dirección siguiendo un patrón en zig-zag.
Ortoimagen del área de la Era del Herrero. La flecha señala la fractura de mayores dimensiones, que supera los 100 m de longitud. Fuente: PNOA-IGN.
Las relaciones geométricas observadas sugieren un mecanismo geológico. Un vistazo al mapa geológico nos permite identificar los materiales implicados, que son viejos conocidos. En este punto, al igual que en el Guartipol, una lámina de dolomías del Muschelkalk cabalga sobre una serie del Triásico superior, principalmente las arcillas y yesos de la formación Jarafuel (K1), aunque dependiendo del punto el contacto se produce sobre otras formaciones del Keuper.
Vista desde el oeste de la Era del Herrero. La línea blanca señala el contacto entre las dolomías en facies Muschelkalk y las arcillas y yesos de la formación Jarafuel.
La imagen anterior nos aporta una importante pista: como podemos ver, la pendiente del terreno apunta al sureste, hacia el barranco que corta precisamente entre los materiales cretácicos de la cresta de Matrona-Salinas y el Triásico del diapiro de Cortes. Como hemos visto, la proximidad del Júcar y el bajo nivel de base que impone hace que la red fluvial incida profundamente en los relativamente blandos materiales del Keuper, lo que resulta en fuertes pendientes y desniveles. Y esta es una clave definitiva para explicar el fenómeno de la red de fracturas. Es hora de pisar el terreno.
Dolomías plegadas y verticalizadas en el margen sur del macizo de la Era del Herrero
Actualmente no hay ningún sendero que nos permita llegar fácilmente al lugar. Desde el camino que lleva a Matrona hay que subir campo traviesa para alcanzar el mojón de Cortes. Y cuando llegamos, desde luego no decepciona. Todo, absolutamente todo el macizo del Mojón de Cortes está surcado por una red de fracturas a todas las escalas, desde grietas centimétricas a otras con anchuras de varios metros. Algunas son incipientes, sin apenas llegar a manifestarse en superficie en las dolomías, aunque intuyéndose en la deformación de las mismas. Algunas tienen profundidades considerables y en algún caso constituyen verdaderas simas, con una entrada estrecha que no permite dilucidar la profundidad. Cuando las dimensiones lo permiten, están colonizadas por vegetación arbustiva, e incluso por árboles en el caso de las mayores. En todos los casos es evidente que no existe desplazamiento vertical significativo entre los bloques separados por las fracturas, por lo que se trata de diaclasas (por contraposición al concepto de falla, en el que sí existe desplazamiento en el plano de la fractura). La separación horizontal aumenta progresivamente desde el punto de inicio de cada grieta, siendo máxima en general en su sector central. La intersección entre las diaclasas y los planos de estratificación rompe las dolomías en bloques que cubren la ladera. Las fotografías no hacen justicia a la realidad. Veamos algunos ejemplos.
Comenzamos con tres ejemplos de fracturas típicas. Pueden observarse algunos bloques de gran tamaño que han quedado individualizados y reposan en el interior de la fractura.
Fractura de grandes dimensiones. Se aprecia el trazado anguloso de la grieta
Otra fractura de varios metros de ancho con varios bloques de dolomías en su interior. Al fondo la umbría del Castrador y el pico Salinas
Una diaclasa que se cierra en primer término
Aquí podemos ver uno de los cambios de dirección que observamos en las ortoimágenes:
Un quiebro muy pronunciado en una fractura de escasa anchura
Veamos ahora algunas de las fracturas más desarrolladas.
Una de las fracturas de mayor profundidad, en la que parece apreciarse algo de desplazamiento vertical entre los márgenes
Y otra más, con abundante vegetación en su interior
Otras grietas tan solo se evidencian en superficie por un estrecho acceso. En un caso había un código que puede corresponder con algún catálogo. Quizá algún espeleólogo pueda orientarnos.
Acceso a una de las simas
Y otra más
Código que parece identificar una de las simas
Como indiqué al principio, podemos encontrar grietas en varios estadios de formación: desde las muy desarrolladas y colonizadas por vegetación de cierto porte hasta aquellas de aparición más reciente. Tanto es así que hay que caminar con cuidado de no meter el pie en una fractura encubierta por derrubios superficiales.
Grieta incipiente
Las flechas indican una alineación a lo largo de la cual es perceptible una deformación del terreno que evidencia una grieta que apenas ha roto en superficie
Es evidente que algo está ocurriendo a gran escala en esta montaña. El sistema de diaclasas que hemos descrito es el resultado de los esfuerzos a los que las rocas se encuentran sometidos, un campo de tensiones que se manifiesta en varias escalas. En esto consiste la naturaleza fractal de la geología y es la razón por la que es necesario poner una escala en las fotografías: las diaclasas son autosemejantes y podemos ver una montaña en una sola grieta. En esta imagen podemos ver las dolomías rotas y dividas en bloques centimétricos por fracturas en zig-zag que se alinean según una dirección principal, al igual que ocurre a escala mayor cuando observamos el macizo completo.
Las pequeñas grietas que individualizan pequeños bloques angulosos reproducen a escala la red de fracturas mayores
Pero, ¿cuál es la causa que genera este campo de tensiones? Todo apunta a que el macizo está sometido a un contexto extensional, es decir, que las rocas están siendo estiradas y por tanto se fracturan de forma preferente siguiendo una dirección perpendicular al esfuerzo principal. ¿Y qué esfuerzo es ese? Pues no es otro que la gravedad... La ladera presenta una fuerte pendiente hacia el sureste, hacia el barranco que desciende desde la Umbría del Castrador hacia el Retorno de la Salina y el Júcar.
Vista oblicua desde el este que muestra la relación entre las grietas y la línea de máxima pendiente (flecha) aproximadamente perpendiculares entre sí
Aunque la pendiente no es el único factor. En este caso es fundamental que las dolomías reposen sobre los yesos y arcillas del Keuper. Los lectores más veteranos recordarán que esto es algo que ya vimos en el caso de las simas de Partagat, en la sierra de Aitana (Alicante). Una propiedad importante es que las arcillas y yesos son rocas que se deforman plásticamente, especialmente cuando se saturan de agua. Y aquí es donde entra en juego la extensión. El barranco se ha encajado generando un desnivel que hace que la capa superior de dolomías rígidas no esté limitada en su movimiento. Las arcillas y yesos plásticos se deforman como plastilina y se extienden a favor de la pendiente. Sin embargo, la calizas rígidas no se deforman de la misma manera y se rompen de forma frágil, dividiéndose en bloques que se deslizan sobre las margas pendiente abajo. Recuperemos el siguiente croquis:
De hecho, los materiales plásticos siguen poseyendo cierta rigidez que hace que también en ellos estén afectados por fracturas, como se puede ver en el propio camino, que discurre sobre la formación Jarafuel.
Grieta propagándose sobre las arcillas, yesos y margas de la formación Jarafuel
Así pues, el sistema de diaclasas de la Casa del Herrero es el resultado de una combinación de tres factores:
- La composición del macizo por dos capas de materiales de propiedades mecánicas distintas.
- La existencia de fuertes pendientes en el terreno, como consecuencia del bajo nivel de base impuesto por el Júcar y, a consecuencia de esto...
- ...del encajamiento del barranco que ha liberado el flanco sureste del macizo.
Y eso explica que no haya muchos ejemplos en la zona, al requerirse esta combinación favorable de circunstancias.
Como última curiosidad, llamó mi atención la existencia de una importante diaclasa entre la casa y la era. ¿Es posible que esa fractura se haya generado con posterioridad a la construcción de una y otra? Eso nos podría dar una medida de la velocidad a que están generándose y creciendo las diaclasas.
Fractura entre la casa de la Era y la propia Era (que queda detrás del observador)
Sin embargo, al consultar el famoso vuelo americano de 1956 (el primer reconocimiento ortofotográfico de la península) vemos que el aspecto de la zona era básicamente el mismo que en la actualidad.
Comparativa entre el vuelo americano (izda.) y la ortoimagen del PNOA de 2018 (dcha.)
Este tipo de procesos son los que explican (en combinación con otros), más allá de la propia capacidad erosiva del agua que fluye por el Júcar, la increíble anchura y encajamiento del cañón excavado por este río en un tiempo tan reducido, geológicamente hablando. Desde luego, este lugar tan solitario tiene una historia que merece ser contada.
Y hasta aquí nuestra aventura de hoy, escrita con la esperanza de que todavía haya lectores de blogs ahí fuera.
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