jueves, 22 de marzo de 2012

Un pequeño misterio en el Cuaternario (parte I)

[Esta historia dio lugar a un trabajo de investigación que publicamos Ignacio Meléndez y yo mismo en agosto de 2020. Nuestro artículo Geology and evolution of the Cortes de Pallás diapir da respuesta a las preguntas suscitadas en esta serie de publicaciones en el blog. Este trabajo está explicado en el siguiente artículo del blog: geología y evolución del diapiro de Cortes de Pallás. El origen de un paisaje. Lo que sigue es la serie sobre el Misterio en el Cuaternario tal y como se escribió originalmente]

El Cuaternario vive peligrosamente. Desde hace más de 100 años ha tenido un rango privilegiado entre las unidades cronoestratigráficas, mirando en pie de igualdad al Paleozoico, el Mesozoico y el Cenozoico a pesar de aquéllos se definen por las grandes diferencias en los seres que los habitaron lo que permite separarlos muy claramente. Esto no ocurre entre el Cenozoico y el Cuaternario, salvo por un detalle: la aparición de los primeros homínidos en el registro fósil. Sin embargo, hace tiempo que corre el peligro de ser defenestrado de su posición de privilegio y convertirse en un periodo, el último, de la era Cenozoica. El caso es que de momento resiste, tal vez ayudado por el hecho que, a fin de cuentas, la decisión está en manos de homínidos.

Además de estos sinsabores, el Cuaternario (que abarca los últimos 2,5 m.a. de la historia de la Tierra) también vive en una especie de marginación silenciosa: salvo por las glaciaciones del Pleistoceno suele ser juzgado como un intervalo de tiempo poco interesante. Naturalmente hablo por mí mismo, aunque creo que muchos otros también han apartado mentalmente ciertas zonas de un mapa geológico al ver el color gris correspondiente a los materiales Cuaternarios y han experimentado esa sensación de que esas rocas tan poco interesantes estaban ocultando las verdaderas rocas no aflorantes que estaban debajo. Y ese color, gris (al menos en las hojas del IGME), que parece decir: no vale la pena usar otro color más vivo para algo tan poco interesante. Y por supuesto esa expresión: 'Cuaternario indeferenciado...'

Además, por lo general los materiales Cuaternarios son muy parecidos a los materiales actuales con los que se relacionan (salvo casos como el vulcanismo reciente o discordancias) de modo que tampoco aportan mucho a la imaginación del que busca paisajes del pasado: encontramos playas Cuaternarias cerca de playas actuales y terrazas fluviales colgadas en las inmediaciones de cursos de agua que siguen fluyendo hoy día (ya hemos visto algunos ejemplos en la serie acerca de las playas Tirrenienses de Almería, aquí y aquí).

Toda esta disquisición no tiene más objeto que plantear el contexto para la historia que quiero relataros  y en la que el Cuaternario tiene un papel destacado. Es la historia de un pequeño misterio (para mí) al fin resuelto tras varias salidas al campo. Y para que podáis experimentar el mismo proceso que atravesé yo, el relato planteará las incógnitas y las pistas conforme éstas se van presentando. De entrada os digo que este misterio posiblemente no habría sido tal sin esta tendencia injustificada a considerar el Cuaternario como algo carente de interés. Comencemos.

Una tarde de tantas decidimos ir a pasar la tarde al campo para que mi joven ayudante de campo Inés disfrutase del aire libre. El lugar elegido fue un paraje de Cortes de Pallás conocido localmente como 'Casa de la Sabina'. El lugar está al pie de la Muela de Albéitar, junto a la pista que conduce desde Cortes hacia sus aldeas y Cofrentes. También en esta zona cruza en GR-7, que asciende (o desciende, según se mire) a esta Muela. La elección no fue casual, ya que se trata de una zona que hasta entonces no había recorrido a pie. Y hete aquí que surge la sorpresa (geológica, claro): al caminar por la pista hacia el punto en que el GR-7 inicia su ascensión uno se encuentra pisando y observando a ambos lados del camino unas gravas con clastos bien redondeados, algunos de los cuales son cuarcíticos. También se encuentran multitud de jacintos de compostela. A poco que se mire por los alrededores se encuentran con facilidad bloques de areniscas heterométricas con laminaciones bastante evidentes e intercalaciones de los clastos que, por disgregación, originan las gravas que estamos pisando. Llama mucho la atención porque no he encontrado este tipo de depósito en otro lugar de Cortes.

Gravas en la cara superior de un bloque de arenisca

Laminación cruzada en areniscas. Observad las gravas en la
 esquina inferior derecha


Pequeños fragmentos de jacintos de compostela. 

Las siguientes imágenes os ayudarán a situaros. Observad especialmente la extensión de verde (ojo, el verde del Cretácico superior es muy claro) que señala los materiales Cretácicos, en su mayoría calizas y dolomías, la proximidad del Keuper, de color violeta. El gris sombrea el Cuaternario y las líneas rojas indican que se ha cartografiado estos materiales como glacis. En la imagen satélite los campos de cultivo señalan los materiales que uno identifica sobre el terreno como glacis cuaternarios con total claridad.

Imagen satélite de la zona de estudio. Las áreas de glacis se distinguen
 claramente al estar destinadas a campos de labor. Fuente: Google Maps

Mapa geológico de la zona. Fuente: SIGECO (IGME)

Y aquí surgen las primeras preguntas. Por orden:

  1. ¿De dónde vienen esos guijarros cuarcíticos? Los materiales de la muela de Albéitar, al igual que la de Cortes, o la Sierra de Martés, en definitiva, las unidades del relieve de Cortes de Pallás son básicamente carbonatadas y en ocasiones detríticas (areniscas, margas y arcillas)
  2. Los jacintos de compostela (cristales bipiramidales de cuarzo rojizo) son muy abundantes en Cortes, hallándose en la formación K4 (arcillas yesíferas de Quesa). Parece lógico pensar que proceden de allí. También los encontramos en ramblas actuales como las de la Pampanera o el Ral, que en su cabecera cortan materiales triásicos. En nuestro caso se encuentran muy desgastados y fragmentados, sugiriendo, dada su dureza (cuarzo, 7 en la escala de Mohs) un transporte prolongado
  3. En Cortes no se encuentran gravas más que en los cauces de las ramblas que descienden de las montañas. Sin embargo, dada la proximidad de las áreas madre de los materiales, los guijarros están muy poco rodados y son bastante angulosos
  4. La ladera donde hallamos las gravas no está relacionada de forma evidente con un cauce. Muy al contrario, la muela de Albéitar limita en esta zona con el gran anticlinal en los materiales triásicos del Keuper (ver la entrada sobre el Keuper en Cortes de Pallás), que se encuentran muy abarrancados por su poca resistencia a la erosión y la proximidad del cañón del Júcar, que supone un nivel de base muy bajo (sobre todo antes de inundarse el embalse)
  5. En la hoja del IGME (cartografía 1:50.000, hoja de Jalance) estos materiales se consideran como glacis (depósitos de pie de ladera) Cuaternarios. Sin embargo, las gravas y areniscas que vemos no se parecen en nada a los glacis que vemos en los alrededores. Estos tienen una morfología muy clara, terrenos con una ligera pendiente que se aleja del pie de las laderas, formados por brechas matriz-soportadas con clastos angulosos calizos y dolomíticos (lo que evidencia su origen) y matriz limosa parduzca. Estos terrenos son actualmente campos de cultivo
En imágenes:

Imagen de la ladera donde encontré por primera vez estas gravas.

Vista hacia el Júcar. Fijaos en lo abarrancado del terreno
En esta imagen podéis ver un glacis destinado al cultivo de olivos. La suave
pendiente se aleja del área fuente de los materiales, la muela de Albéitar
que se ve al fondo
Corte del terreno en terrenos de glacis. Fábrica matriz soportada
son cantos calizos angulosos y mala selección por tamaños
Así pues, parece que tenemos una interesante cuestión sobre la que trabajar. Unos materiales que a simple vista parecen fluviales sin un cauce actual próximo. Clastos cuarcíticos sin una área fuente en la zona, en contraste con el resto de barrancos. Un conjunto de materiales cartografiados como glacis cuaternarios, cuando se encuentran en evidente contraste con los glacis claramente identificables de la zona. ¿De dónde vienen estas rocas? ¿Cómo llegaron aquí? ¿Cuándo? ¿Son realmente Cuaternarias? En fin, todos los ingredientes necesarios para un poco de buena investigación geológica y la mejor excusa para salir a pisar el campo, que a fin de cuentas es lo que nos gusta. Pero hoy nos quedamos aquí. Hasta la próxima entrega, amigos.

Continúa leyendo el segundo artículo sobre este interesante misterio...


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domingo, 11 de marzo de 2012

El Cretácico superior de Cortes de Pallás. Parte II

En mis relatos acerca de los distintos afloramientos cretácicos en Cortes de Pallás (El Cretácico inferior  en Cortes de Pallás, Geología en otoñoEl Cretácico superior en Cortes de Pallás, parte I y la serie acerca del final del Cretácico, dividida en tres capítulos en Vestigios de un mar en retirada) existen dos hiatos, uno de mayor entidad que el otro. Lo cual me da la oportunidad de hacer dos cosas: la primera es explicar lo que es un hiato en Geología. La segunda corregir esta situación.

Primero lo primero. ¿Qué es un hiato? Pues en una sucesión estratigráfica decimos que existe un hiato cuando en  el intervalo de tiempo representado en las rocas de la sucesión hay un hueco, esto es, un momento que no está representado. Eso puede deberse a que no hubo deposición o a que, habiéndose producido ésta, un episodio de erosión posterior haya eliminado estos materiales. Y una vez aclarado esta pequeño juego de palabras, ¿dónde están esos hiatos en el relato? El primero de ellos está entre la formación Calizas de Aras de Alpuente (véase Geología en otoño) y la formación dolomías tableadas de Villa de Ves (véase El Cretácico superior en Cortes de Pallás, parte I). El segundo está entre la formación Villa de Ves y los materiales de la formación Calizas y brechas de la Sierra de Utiel (Vestigios de un mar en retirada). Hoy nos ocuparemos de rellenar el primero de estos espacios vacíos en la narración.

Un buen lugar para estudiar este lapso de tiempo está en el sendero que sube desde Cortes hasta la Muela homónima y que ha sido bautizado como Ruta Cavanilles (SL-19). Antes de comenzar el estrecho congosto conocido como 'El Gollerón' aparece una pared prominente que forma un resalte potente en el terreno. Este lugar se conoce como Cueva de la Mora. Además, está equipado con vías de escalada deportiva, lo que constituye otro foco de atracción.

Cómo llegar desde Cortes. Tomada del blog de
 Manolo Benet unsociability.org

El contexto. En el sector valenciano de la cordillera ibérica por encima de los materiales carbonatados de la formación Aras de Alpuente (donde encontramos barras calcareníticas propias de ambientes marinos poco profundos y fuertes corrientes de marea) aparece un intervalo de margas limolíticas verdes muy características que, por su extensión regional, fácil reconocimiento y notoria expresión morfológica se designó inicialmente como capa guía y actualmente constituye la formación Margas de Chera. Constituye el límite entre el Cretácico inferior y medio. La deposición de estas margas debió de producirse en un ambiente poco energético y quizá el color verdoso indica condiciones reductoras propias de medios poco oxigenados. En Cortes son totalmente azoicas (es decir, no contienen fósiles). De hecho, tampoco se aprecian señales de actividad biológica en forma de icnofósiles. Como veréis su contacto a techo es muy neto y el acusado contraste entre las facies a cada lado de éste sugiere un periodo de erosión. Este tipo de discontinuidad estratigráfica se conoce como 'paraconformidad', ya que al no existir eventos tectónicos entre la deposición de unos y otros materiales da la impresión que se han depositado de forma continua (geométricamente hablando, claro). Podéis repasar este concepto en esta entrada anterior sobre las discordancias.

Vista general del afloramiento. El resalte inferior pertenece a la
 formación Calizas de Aras de Alpuente. Fuente: Unsociability.org


Contacto entre las margas de Chera y las Dolomías de
 Alatoz, ejemplo de paraconformidad. 

Sandrine Kuckuck examina el límite entre el Cenomaniense
 inferior y el medio
Detalle de las margas de Chera. Casco para escala

Por encima encontramos calcarenitas dolomitizadas que en la base presentan un mayor contenido detrítico, en algunos niveles muy acusado, lo que las hace muy deleznables y les confiere un aspecto oqueroso (un escalador no deja de percibir esto ya que es una mala cualidad en la roca cuando se trata de buscar presas). Estos niveles están muy bioturbados y presentan un aspecto más masivo. También se aprecian multitud de huecos donde ha precipitado a posteriori calcita recubriendo toda la superficie interior (geodas).

Carlos Villegas examina el nivel de dolomías detríticas. Las flechas horizontales
 señalan dos geodas de calcita. Las verticales galerías de Thalassinoides isp.

A continuación aparece un nivel ferruginitizado que sugiere condiciones muy someras (también aparecen icnofósiles propios de ambientes de alta energía, por ejemplo del icnogénero Skolithos isp. y Ophiomorpha isp., que parten de este nivel). Este tipo de galerías verticales son los domicilios de animales suspensívoros, que necesitan anclajes fuertes en medios muy energéticos. En el caso de Ophiomorpha isp. una característica básica es el recubrimiento que estabiliza las paredes de la bioconstrucción.

Manolo Benet examina el nivel ferruginoso muy bioturbado

Detalle del nivel ferruginoso. Las flechas horizontales señalan
 ejemplares de Skolithos isp.  El mosquetón mide unos 10 cm

Otro detalle. Las flechas horizontales señalan dos ejemplares de
 Ophiomorpha isp. La flecha vertical señala  el recubrimiento de pellets
 que estabiliza la pared de uno de ellos

Por encima viene una sucesión de dolomías detríticas en bancos decimétricos, con estratificación bastante definida, muy bioturbadas, que adquieren un carácter masivo hacia techo. A lo largo de la sucesión se aprecian un par de ciclos en los cuales los niveles más margosos o arenosos dan lugar a entrantes, como la citada Cueva de la Mora (que no es más que un abrigo excavado a favor de los materiales más deleznables).

Vista general del afloramiento. Observad el aspecto tableado en los niveles
 inferiores y masivo a techo

Estos materiales pertenecen a la formación Dolomías de Alatoz y a techo limitan con la formación Dolomías de Villa de Ves. Como veis representan un ambiente marino somero y energético con variaciones acusadas del nivel del mar (probablemente debidas a la colmatación de la cuenca y la generación de nuevo espacio de acomodación de sedimentos en el contexto de rifting general).

Sandrine examina los niveles tableados.Observad
 las geodas a la altura de su cabeza y el aspecto oqueroso
en primer término
Fijaos en el cambio de condiciones que se han producido desde el Albiense - Cenomaniense inferior. Una tendencia clara a ambientes más someros y menos energéticos (que culminan con la formación margas de Chera) y el comienzo de un nuevo periodo de subida del nivel del mar (desde aquí hacia arriba). Como ya hemos visto también lo que ocurre a continuación (Dolomías de Villa de Ves) vemos que las condiciones en la zona de Cortes nunca llegan a ser de mar abierto, siendo en su mayor parte someras, con medios aislados, al menos en parte, y oscilaciones de pequeña magnitud del nivel del mar, pero suficientes para que en algún momento se produjese la exposición subaérea en medios de backshore.

Bueno, pues ya está. Espero que no resulte muy lioso, pero es que me he dado cuenta de que puede ser interesante completar las descripción de los afloramientos cretácicos de Cortes, ya que constituyen las unidades de relieve más características del término municipal. Prometo hacer un artículo resumen cuando acabemos la serie para poner todo en su lugar. De todos modos, aunque la parte 2 de este post sobre el Cretácico superior sea previa a la parte 1, ¡un estudioso de la Geología debería estar acostumbrado a este tipo de inversiones 'tectónicas'!


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sábado, 3 de marzo de 2012

El Cretácico superior de Cortes de Pallás. Parte I

Los que seguís de forma habitual este blog ya sabréis que una de sus principales líneas argumentales consiste en descubrir los paisajes del pasado a través de las pistas que encontramos en los paisajes actuales. Y eso es exactamente lo que vamos a hacer hoy. Durante el pasado otoño visite en varias ocasiones un afloramiento del Cretácico superior en Cortes de Pallás. Un análisis detallado del lugar nos ofrece tal cantidad de indicios concurrentes que es fácil reconstruir los rasgos principales del medio en el que se depositaron las rocas que observamos hoy.

(Por cierto, podéis leer el episodio anterior de esta serie, sobre el Cretácico inferior en Cortes de Pallás aquí.)

Para llegar a él no tenemos más que seguir el sendero local que conduce desde la localidad hasta la Muela de Cortes por el subidor de Huesca. Hemos de desviarnos al llegar al manantial de San Vicente y desde aquí seguir el cauce seco del arroyo, más precisamente el brazo que sale a mano derecha según remontamos el lecho de grava.

Mapa de situación. El norte está arriba. Imagen: Google Earth

El afloramiento corresponde al Cenomaniense superior (hace aproximadamente 95 m.a.) Por su posición estratigráfica y las litofacies presentes diría que nos encontramos ante la formación Dolomías tableadas de Villa de Ves, si bien hay cierta dificultad para distinguir en esta zona esta formación de otras como la Fm. Alatoz, Fm. Margas de Casas de Medina o la Fm. Ciudad Encantada. En su  momento este hecho motivo que se propusiese la Fm. Dolomías de Cortes de Pallás integrando las anteriores como miembros, propuesta que no ha hecho fortuna por ciertas consideraciones que no vienen al caso (con la desilusión consiguiente por mi parte ya que ¿a quién no le gusta que su pueblo dé nombre a una formación geológica?)

El caso es que si nos fijamos con atención en las paredes del cañón excavado por el arroyo y en los puntos donde los estratos más duros sobresalen del cauce nos llamará la atención, en primer lugar, la forma en que éstos se disponen en bancos muy regulares.  


Margas dolomíticas amarillentas en bancos decimétricos

Litológicamente se trata de una alternancia de dolomías y margas, estas últimas con contenidos variables de arcilla y carbonatos, principalmente de magnesio (margas dolomíticas). También es fácil descubrir cierto carácter cíclico en estos estratos, con alternancias de margas dolomíticas laminadas y margas con cierto contenido de carbonato cálcico (observado por la efervescencia al HCl) y una manifiesta porosidad. Las dolomías laminadas son beiges y amarillentas, muestran un aspecto moteado característico y son muy físiles (es decir, se rompen por planos paralelos). No observé fósiles en ellas pero sí gran abundancia de huecos centimétricos rellenos de esparita. Por contra, las margas porosas son muy blancas y deleznables y contienen cierta cantidad de pequeños gasterópodos, tanto moldes internos como externos.

Aspecto masivo de las margas porosas

Una buena pregunta, a priori, es la siguiente: ¿por la que la laminación de las dolomías amarillentas no fue destruida por la acción de los organismos que vivían en y sobre el sustrato? Una laminación tan fina podría sugerir un medio hostil para la vida, quizá pobre en oxígeno. Pero esto no es compatible con el color amarillento o beige que exhiben las rocas. Quizá se trataba de un medio muy salino. Pero sigamos recopilando pruebas.

Aspecto en muestra de mano de las margas porosas

Molde interno de gasterópodo a través de la lupa x10

Impresión de la concha de otro pequeño gasterópodo x10
Un poco más adelante el cañón se ensancha bastante. La causa es evidente. Un estrato arcilloso en la base del acantilado ha sido atacado preferentemente por el agua del barranco a causa de su menor resistencia. Con el tiempo esta base se va socavando y descalza los niveles superiores, de forma que de tanto en tanto se desprenden grandes bloques. Este proceso es el responsable de la anchura del cauce en este punto.  

Aspecto general del afloramiento en la zona donde se ensancha el cañón
Como veis, la estratificación es muy clara, en planos decimétricos. Litológicamente encontramos los mismos materiales: dolomías, margas dolomíticas y, especialmente, el nivel arcilloso de la base de la pared. Al pie se observan unas dolomías amarillentas con laminación irregular, no asociable a estructuras tractivas (de corriente), sino que más probablemente tienen su origen en tapices de algas. Observad también las geodas con cristales de esparita a la derecha de la cabeza del martillo.

Laminación irregular (muy evidente tras el mango)
 y geoda esparítica (una a cada lado de la cabeza)

Detalle de la laminación. Observad también los epirrelieves convexos
en el plano donde se apoya la moneda. Muy probablemente
 se deben a la acción de seres vivos (icnofósiles)
A partir de aquí hay una alternacia de dolomías, algunas más porosas, otras masivas, otras laminadas. Las señales de bioturbación son ubicuas. Las margas porosas blancas contienen abundantes moluscos bivalvos. Vayamos por pasos:

Primero, el estrato arcilloso. Fijaos bien en él: muestra un aspecto noduloso y está salpicado de manchas parduzcas que le confieren una apariencia jaspeada. Un análisis detallado nos permite ver que ese aspecto se debe a la acción de los animales que vivían en el sustrato, removiéndolo para alimentarse (formando nódulos) y excavando galerías. Dado el pequeño tamaño de grano de la arcilla ésta sufre una extensiva compactación durante el enterramiento, lo que hace que las galerías queden reducidas a 'cintas', origen de las manchas parduzcas.

Detalle del nivel arcilloso. Fijaos en en aspecto noduloso
 y jaspeado característico


Detalle de la red de galerías que ha quedado al descubierto
 en el interior del estrato arcilloso
Otro detalle de la red de galerías, esta vez en el límite entre
 dos estratos. Corresponden al icnogénero Thalassinoides isp.
Es muy característico un nivel donde la red de galerías constituye una auténtica capa continua muy fácil de seguir.

Detalle de los bancos más masivos. El nivel continuo de galerías
 es claramente identificable
Detalle del nivel de galerías. por encima el aspecto se vuelve masivo
Los cambios litológicos son muy marcados, detectándose superficies erosivas, costras ferruginosas de poco espesor y capas de limos y arcillas calcáreas entre bancos dolomíticos.

Contacto entre un nivel de margas porosas con abundantes bioclastos (abajo)
 y un nivel superior  con una fina laminación evidenciada por su color ocre

Moldes de moluscos bivalvos en un bloque margoso. Observad la superficie
 ferruginosa sobre la moneda

La bioturbación está muy extendida y presenta múltiples caras. En ocasiones un aspecto caótico en el que no es posible distinguir icnofósiles individuales. En otras, en cambio, tenemos la oportunidad de analizar con todo lujo de detalles una estructura. Comparad las dos imágenes siguientes. En la primera, en un bloque de la ya conocida marga porosa, es evidente el elevado grado de bioturbación y su aspecto abigarrado.



En la segunda, en cambio, tenemos la oportunidad de ver en detalle las galerías de Thalassinoides isp. Están elaboradas por decápodos (gambas, para entendernos) que los emplean como vivienda. Fijaos en las ramificaciones, los ensanchamientos en las bifurcaciones y, sobre todo, en el tamaño, mucho mayor que en las red de galerías que vimos mucho mayor, y que evidentemente está directamente relacionado con el tamaño del animal.

Thalassionides isp.
Pero como os digo, este lugar está lleno de pistas. En la cara inferior de un estrato se encuentran restos de vegetación limonitizados.

Restos de plantas
Pero la mayor sorpresa aún está por llegar. Indagando entre los bloques masivos desprendidos de los niveles superiores puede verse algo que recuerda a las grietas de desecación, pero no lo son. Al analizarlos con detalle es evidente que se trata de la impresión dejada por esas grietas en un plano que, en un momento, estuvo en contacto con ellas. Fijaos bien:

Molde positivo de un sistema de grietas de desecación
A la vista de esto no hay más que buscar para dar con con ellas. La siguiente imagen muestra una sección completa por encima de las arcillas nodulosas: las margas porosas, el nivel de thalassinoides, los niveles de dolomías masivas y, arriba del todo, el estrato con las grietas de desecación.

Sección coronada por las grietas de retracción

Y un detalle. Más arriba se intuye otro tramo carbonatado
Me encantan las grietas de retracción fósiles. Es difícil encontrar un indicador paleoambiental más claro. Constituyen la prueba de exposición al medio subaéreo definitiva.

Remontando un poco más el cauce para examinar los materiales por encima de las grietas volvemos a encontrar bancos dolomíticos y nuestra conocida laminación algal, aunque en este caso se aprecia algo más, unas marcas verticales que podrían corresponder a marcas de raíces o galerías de excavación. Observad en esta imagen como las láminas se disponen adaptándose a la superficie erosiva basal.

Laminación de algas
A la vista de todo lo anterior ya nos es posible hacernos una idea del paisaje, combinando nuestros hallazgos con lo que se conoce de Iberia en este periodo. En aquel entonces lo que sería Cortes de Pallás se encontraba en la orilla del mar de Thetys, un mar somero y cálido del cual nuestro Mediterráneo constituye no más que un vestigio. ¿Qué habríamos visto de haber estado allí en aquel tiempo? Pues amplias llanuras mareales en las cuales se desarrollaban tapices de algas. Se trataba de un medio poco energético que permitía la deposición de materiales finos, arcillas y limos. Por cierto, los grandes huecos con esparita son un indicador de condiciones intermareales. Habría zonas que quedarían aisladas de mar abierto, adquiriendo un carácter lacustre o de marisma (en mi opinión, y con los medios disponibles, la caliza porosa con gasterópodos se corresponde a este ambiente). La exposición a la atmósfera da lugar a las grietas de retracción y origina las superficies erosivas ferruginitizadas. Las zonas submareales se corresponden con los niveles masivos.

Es interesante comparar este ambiente marino somero y poco energético con el existente en el Cenomaniense inferior y el Albiense (véase 'El Cretácico inferior en Cortes de Pallás', en este mismo blog). En aquel entonces la costa estaba sometida a un régimen más energético y de mayor profundidad, con presencia de barras submarinas. En el continente las cosas también eran diferentes, con una mayor erosión y aporte siliciclástico a la costa.

No deja de ser apasionante pensar que en un día lejano de hace 95 millones de años el barro se estaba secando al Sol, agrietándose, muy cerca del mar. Y quizá no lejos de allí algunos dinosaurios buscaban su alimento en la costa, entre las algas y los animalitos dejados atrás por la marea baja.

Lee más sobre el Cretácico superior de Cortes de Pallás en el siguiente artículo de la serie.


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