No por demasiado repetido es menos cierto. Vivimos en una sociedad profundamente anticientífica, a pesar de que el ser humano (¿actual?) es profundamente dependiente de la Ciencia. La mayoría de las personas son quasi-analfabetas en cuestiones de ciencia básica, independientemente de su nivel de formación. No deja de sorprenderme como en ocasiones personas universitarias son absolutamente incapaces de enjuiciar una noticia de tientes científicos con una aproximación racional, hasta el punto de que parece que han hecho todo lo posible por olvidar incluso las nociones más básicas que aprendieron en algún momento de su vida. Y eso que estamos hablando de conocimientos adquiridos. La cosa es mucho peor si se trata de mantener una actitud crítica y un saludable escepticismo incluso en contra de la opinión de la mayoría ya que esta actitud es, en muchos casos, castigada por la propia sociedad.
Puesto que el panorama actual de la Educación (léase Enseñanza) no es muy esperanzador, ¿puede ser la situación peor? Pues sí. Hay algo peor que la invisibilidad de la Ciencia, y es su banalización.
El otro día en la oficina un compañero hambriento sacó un paquete de galletas con el que entretenerse hasta la hora de comer. Se trata de unas conocidas galletas con forma de dinosaurio. Naturalmente no pude evitar curiosear la caja, decorada con dibujos de dinosarios y brillantes colores.
Al parecer, el fabricante ha decidido que es una buena idea utilizar la indudable atracción que estos extintos animales ejercen sobre los niños. De esta forma, no sólo las galletas tienen forma de dinosaurio, sino que también dan la opción de completar una colección de cromos, a razón de dos por paquete, que uno puede pegar el álbumes disponibles en Internet. No sólo eso. También se proporciona información acerca de los ejemplares representados.
Bueno, nada malo hasta aquí, ¿no es cierto? Bueno, Miremos con detenimiento los cromos que nuestro ilusionado aprendiz de paleontólogo encuentra en su caja. Esto es lo que aprende mientras come galletas:
¿Dinosaurios? |
No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de que el 'dinosaurio' de la derecha es algo raro. Gracias a Internet nuestro joven aprendiz puede descubrir en pocos segundos que, en realidad, un Megacerops no es un dinosaurio en absoluto, sino un mamífero perisodáctilo del Cenozoico. Aunque quizá no, quizá no busque nada y la confusión quede en su mente para siempre.
Se trata de un ejemplo del uso cada vez más frecuente de un barniz de Ciencia degenerada para revestir de dignidad a una actividad comercial que, en realidad, no la necesita (que conste que no tengo nada contra el comercio). La falta de rigor y cuidado de los responsables de estos cromos muestran a las claras el estado de la divulgación de la Ciencia hoy en día.
Y no se trata de un hecho aislado. Estoy bastante indignado por lo difícil que resulta ver un documental de ciencia en canales temáticos supuestamente especializados en este tipo de programas. Uno conecta la TV y busca, pero todo lo que encuentra son leñadores extremos, pescadores radicales, subastas, armas súper-tecnológicas, alienígenas, etc. etc. etc.
¿Cuál es el futuro de una especie altamente dependiente de la Ciencia cuando le da la espalda a ésta?
PE: Para que no todo sea negativo, he de reconocer que en ocasiones uno encuentra ejemplos de divulgación hecha con rigor con un enfoque atractivo para los niños. Un caso reciente es la serie de dibujos animados 'El Dinotren' (o 'Dinosaur Train' en su versión original). En ella se hace una presentación muy atractiva (lo sé por la joven ayudante de campo Inés, que en ocasiones disfruta de algún episodio) de la vida en la Era Mesozoica a través de las aventuras de una familia de Pteranodones. He visto como los niños se familiarizan con la división en periodos del Mesozoico y como hablan de distintos género de dinosaurio y sus hábitos alimenticios (en muchos casos ante el asombro de sus padres). En esta serie no sólo no se incurre en los típicos errores (no hay seres humanos conviviendo con los dinosaurios) sino que al final de cada episodio aparece un paleontólogo, el Dr. Scott D. Sampson, resumiendo y aclarando algunos de los conceptos presentados. Fantástico. Quizá haya esperanza después de todo.
PE: Para que no todo sea negativo, he de reconocer que en ocasiones uno encuentra ejemplos de divulgación hecha con rigor con un enfoque atractivo para los niños. Un caso reciente es la serie de dibujos animados 'El Dinotren' (o 'Dinosaur Train' en su versión original). En ella se hace una presentación muy atractiva (lo sé por la joven ayudante de campo Inés, que en ocasiones disfruta de algún episodio) de la vida en la Era Mesozoica a través de las aventuras de una familia de Pteranodones. He visto como los niños se familiarizan con la división en periodos del Mesozoico y como hablan de distintos género de dinosaurio y sus hábitos alimenticios (en muchos casos ante el asombro de sus padres). En esta serie no sólo no se incurre en los típicos errores (no hay seres humanos conviviendo con los dinosaurios) sino que al final de cada episodio aparece un paleontólogo, el Dr. Scott D. Sampson, resumiendo y aclarando algunos de los conceptos presentados. Fantástico. Quizá haya esperanza después de todo.
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