viernes, 7 de junio de 2013

La molasa de Montesa. Una historia del Neógeno

La geología condiciona enormemente la vida de los seres humanos, que en muchas ocasiones no son conscientes de ello. En ocasiones da lugar a situaciones bien curiosas, incluso ilógicas si no se tiene en cuenta este factor. 

Por ejemplo, al viajero que cubre el trayecto en AVE desde Madrid a Valencia (o viceversa) en poco más de una hora y media puede resultarle chocante que el camino Real que unía ambas ciudades discurriese (discurre en realidad) decenas de kilómetros más al sur del trayecto que la tecnología actual ha hecho posible. Extrañamente, el viajero cubriendo esta ruta ha abandonado Valencia en dirección sur y no oeste, como sería lógico. En muchas poblaciones de la ruta en Valencia todavía existen calles con el nombre de "Camino Real de Madrid". En realidad, fue posible viajar a Madrid por autovía siguiendo el antiguo camino Real (por Almansa y Albacete) mucho antes que por la autovía A-3. La razón de esta aparente paradoja está en la geología: el puerto de Almansa ha sido el paso tradicional desde la costa hacia la meseta porque en el norte el camino más corto tiene que salvar la imponente barrera de las Hoces del río Cabriel. Actualmente este obstáculo se libra gracias a varios túneles y viaductos de reciente construcción (tan reciente como que datan de finales de los años noventa del siglo XX). 

Una de las visiones que más debían impresionar en aquella antigua ruta debió ser, sin duda, el castillo de Montesa. Esta fortaleza sufrió importantes daños en el terremoto de 1748 y lo que vemos hoy no es más que lo que aquel suceso dejó atrás. A pesar de todo, esta construcción llama todavía la atención sobre una peña, dominando la población y la ruta. Recientemente ya hablamos acerca de la impotencia de ver a través de la ventana como pasamos frente a lugares geológicamente interesantes sin podernos detener para estudiarlos (véase las entradas acerca del cerro Mompichel: parte I y parte II).


Montesa desde la autovía A-31. Al fondo a la derecha, el castillo. Fuente: Google Earth

Esta sensación puede haber asaltado a muchos viajeros. Sin embargo, en mi caso la desazón tiene otro origen. Al igual que multitud de escaladores de Valencia, la escuela de Montesa fue un destino frecuentado en mi iniciación en este deporte. Sin embargo, o precisamente por eso, nunca pude dedicar tiempo a investigar la zona. Hasta que en mi última visita decidí sustraer algo de tiempo a la escalada para hacer algo de geología en la Mola de Montesa y el Tormo Gros. Y valió la pena.

Las rocas sobre las que se asienta el castillo, al igual que aquellas por las que discurren las vías de escalada, llaman la atención desde el primer momento por su color amarillento-asalmonado y por exhibir una porosidad muy evidente.

Vista general del castillo y su base rocosa. Casi pareciera que una tenga continuidad en el otro
Son bastante evidentes las estratificaciones paralelas y cruzadas de media y gran escala, siendo este otro punto que atrae el interés desde el principio. 

Vista general de la zona central de la Paret de la Mola. Incluso a esta escala es perceptible el aspecto granuloso de la roca debido a la porosidad
Tormo Gros, zona de iniciación muy popular. Fijaos en la estratificación cruzada de gran escala, muy evidente en la zona superior
Vayamos al detalle. La roca es una calcirrudita en la que destaca, como digo la porosidad. Hay abundantes clastos de tamaño milimétrico, de redondeados a angulosos. Curiosamente también hay cristales de cuarzo hematoideo, muy alterados en general (estos cuarzos siempre recuerdan al Keuper, lo cual es otro elemento de interés). Entre los poros se encuentran algunos que parecen moldes de evaporitas. Todo esto parece sugerir un origen continental, reforzado por el hecho de que se encuentran algunos espeleotemas en la cara norte del Tormo Gros. La verdad es que esta roca es bien curiosa.

Clastos en la calcirrudita. Hay una importante proporción de silíceos
Cristal de cuarzo hematoideo ¿heredado del Keuper?

Porosidad en corte fresco. Arriba a la izquierda se aprecian varios poros de acusada forma geométrica  que sugiere que se trata de moldes de evaporitas
Espeleotemas en la cara norte del Tormo Gros

Sin embargo, esta apariencia de continentalidad desaparece cuando analizamos con más detalle el afloramiento. En primer lugar, vemos que los espeleotemas se desarrollan en superficie y no tiene continuidad en profundidad más allá de algunos decímetros, lo que sugiere que son el resultado de procesos de karstificación posteriores. Por otra parte, en la base del Tormo Gros hallamos multitud de fragmentos bioclásticos reconocibles como restos de bivalvos. Por último, en la pared de la Mola hallé lo que parece la teca de un erizo de mar. Además, la escala de las estratificaciones cruzadas y la ausencia de otras estructuras o litologías típicamente continentales terminan por decidir el caso a favor de un origen marino.

Detalle de un fragmento de concha de molusco bivalvo. Las costillas radiales son bien visibles

Interior de otra valva. En el extremo oeste del Tormo Gros la base presenta un evidente carácter bioclástico

Teca de un erizo de mar en la pared de la Mola
Echemos un vistazo a las estratificaciones cruzadas, una de mis estructuras sedimentarias favoritas. Aparentemente las de surco son predominantes y, por la escala, podrían asociarse a dunas submarinas. Estos ejemplos pueden verse alrededor del Tormo Gros.


En la esquina inferior derecha pueden apreciarse tres sets de estratificación cruzada planar separados por sendas superficies de reactivación

Estratificación cruzada de surco. Y también taffonis (ese tipo de erosión alveolar en la zona central de la imagen), que se suponen originadas por la acción de la sal

Detalle de estratificación cruzada de surco
Así pues nos encontramos con materiales depositados en un ambiente marino muy energético (y por tanto poco profundo) posiblemente de shoreface (plataforma interna), en la que aparecen los característicos cuarzos rojos del Keuper y moldes de evaporitas. Verdaderamente intrigante. ¿Qué relación tienen estos materiales con los que le rodean? Pues en la base de la Mola están en contacto discordante con las características margas azules (en ocasiones amarillas) que en la región se conocen como 'tap'. Ello es visible en una calle del pueblo que discurre en dirección oeste entre campos de labor.

En primer término las margas azuladas en facies tap. al fondo, tras el apoyo de la línea eléctrica y coronando la ladera, las ruditas de la Mola

Detalle de las margas en facies 'tap' visibles en un ribazo desmoronado. Arriba y a la izquierda el Tormo Gros
Las margas del tap son neógenas y corresponden con ambientes de plataforma interna, poco energéticos. Esto nos da la primera pista acerca de la edad de estos materiales: evidentemente son posteriores al tap y en conjunto sugieren un descenso de profundidad del mar neógeno. Echemos un vistazo desde arriba:

 Vista desde el Tormo Gros en dirección SO. En el centro de la imagen, al pie de la pendiente, el punto desde el que se tomó la imagen anterior

Vista en dirección NE, hacia el mar
Desde la Mola es posible hacerse una idea muy buena de la comarca. Un valle de estructura sinclinal que discurre siguiendo una dirección claramente bética y que conduce desde el mar hacia el interior con una suave pendiente, razón por la que el camino Real discurre por aquí. Esta comarca, en la que se asientan localidades tan conocidas como Xàtiva, se denomina La Costera, que en valenciano significa "cuesta". Este valle está delimitado en su vertiente norte por la sierra de Enguera y por la sur por la sierra Gorda o Grossa.

Para acabar, echemos un vistazo desde el espacio.

Vista satélite de la Costera. Montesa en el centro de la imagen. Fuente: Google Earth
Para resolver el enigma de estos materiales que afloran en la Mola (conocidos, genéricamente, como molasa de Montesa) investigamos un poco más y, para ello, recurrimos a la hoja correspondiente del Mapa Geológico Nacional a escala 1:50.000, que es la número 794 (Canals). Y descubrimos que la molasa de Montesa es parte de una historia apasionante. En primer lugar, consultamos el esquema tectónico. En él confirmamos que efectivamente nos encontramos frente a un valle sinclinal relleno por materiales terciarios (en color amarillo) flanqueado por materiales cretácicos (verde) y, de tanto en tanto, algún afloramiento lineal triásico (rosa).

Esquema tectónico. La estrella marca la situación aproximada de Montesa
Los autores de la hoja ya reconocieron la complejidad del terreno (a pesar de la aparente simpleza que se aprecia a escala regional) y decidieron ser meticulosos. Reconocieron que los componentes de la calcirrudita provenían del Keuper, pero a través de un mecanismo más complejo de lo que parece a primera vista: el diapirismo. Tras esta palabra griega (que significa 'perforar') se halla un fenómeno espectacular.

En alguna ocasión ya hemos hablado del Keuper, que aflora ampliamente en el término de Cortes (véase la entrada El Keuper en Cortes de Pallás). Este piso del Triásico contiene el registro de la regresión marina que siguió al Muschelkalk, momento en el que se depositaron grandes espesores de sales evaporíticas, incluyendo halita (sal común). La sal no suele aparecer en superficie porque se disuelve con facilidad, pero sí se encuentra en el subsuelo y es el origen de muchas salinas situadas en el interior del Este peninsular. Tras el Triásico se sucedieron una serie de regresiones y transgresiones durante las cuales se depositaron los materiales jurásicos y cretácicos, de naturaleza detrítica y carbonatada. Así pues tenemos una tarta mesozoica de tres pisos, con el Trías en la base. Los materiales evaporíticos tienen una propiedad muy especial, tienen una densidad inferior a la de la media de materiales que componen la corteza terrestre. Por tanto, y por raro que parezca, tienden a flotar. Lo repito: tienden a flotar. Así es, rocas más ligeras que flotan en el seno de otras más densas. No hay nada físicamente extraño en ello. Pero nuestra mente rechaza esta idea ya que, en nuestra experiencia, las rocas no flotan, y menos aún en otras rocas. Pero así es.

Por tanto, tenemos una situación inestable que sólo espera un mecanismo desencadenante. En este caso bien puede haberse tratado de alguna fractura en el zócalo reactivada a consecuencia del empuje de la placa africana contra la europea, que atrapó a Iberia entre medias desde finales del Cretácico. Así se interpreta la flexura que constituye el flanco norte del sinclinal (esta es una historia más larga pero no tenemos necesidad de entrar en ella, por ahora).

Y entonces una burbuja de material plástico del Keuper inició su ascenso hacia la superficie, rompiendo la cobertera cretácica e irrumpiendo en el mar Tortoniense. En su camino hacia arriba esta burbuja abombó la superficie a la vez que se formaba un surco periférico, llamado técnicamente 'sinclinal periférico'. Es fácil visualizar este proceso al recordar una burbuja de vapor que rompe, lentamente, la superficie de un caldo muy espeso (o una cazuela con chocolate). También podemos recordar esas lámparas en la que burbujas de colores vivos ascienden muy lentamente al calentarse hacia la parte superior, donde se deforman al alcanzar la superficie.

Los materiales del Keuper rellenaron esta zona deprimida (el sinclinal periférico) y fueron redistribuidos por las corrientes y el oleaje, depositándose sobre las margas del tap y llegando a entrar en contacto incluso con los materiales cretácicos que forman las sierras de los flancos.

Cabe preguntarnos dónde está ahora todo ese Keuper, ya que como vemos en el mapa regional los afloramientos triásicos son escasos en las inmediaciones de Montesa. En efecto, veamos el siguiente extracto del mapa geológico:

La calcirrudita de La Mola es la franja naranja cartografiada sobre Montesa. En amarillo el tap Tortoniense con el que las primeras se encuentran en contacto discordante. En la esquina superior izquierda la sierra de Enguera (Cretácico)

La explicación ofrecida por los autores es que las sucesivas fases de compresión alpina (que originaron, recordemos, el levantamiento de los Pirineos, las Béticas y las cordillera Ibérica) terminaron por estrangular la extrusión de sal y configurar las estructuras actuales. A la vista de ello nos ofrecen el siguiente perfil a través de la región:

Sección de NO a SE a través del sinclinal. La flecha indica la posición de Montesa. En rosa los materiales subyacentes del Keuper. Azulpara el Jurásico, verde para el Cretácico y tonos amarillo-naranjas para el Terciario. Fuente: IGME-MAGNA50
¿Qué vemos en la sección anterior? A la derecha el anticlinal 'en champiñón' característico de los diapiros salinos bien desarrollados. Fijaos como da lugar a una superficie elevada rodeada de dos zonas más deprimidas (los sinclinales periféricos). En el centro del champiñón aparece el único resto de la extrusión reconocible en la forma de un afloramiento superficial del Keuper. A la izquierda, en amarillo, los materiales del tap que rellenan el sinclinal del flanco norte que se depositaron en el mar a la vez que el Trías rompía en la superficie. Ellos mismos también están deformados, tanto por el diapirismo como por las últimas fases de la compresión alpina. La flecha en la izquierda representa la ubicación de Montesa. En el centro se indica todavía "Ctra. Madrid-Valencia", el antiguo camino Real. Cabe añadir que la molasa de Montesa no se encuentra sólo en esta localidad sino que aflora en otros puntos, como por ejemplo, Vallada, ya que representa un fenómeno de escala regional.

Para completar nuestro relato sólo nos falta añadir la escala temporal. Aquí va un extracto de la escala cronoestratigráfica. Localizad los periodos relevantes en nuestra historia: el Triásico, el Cretácico y, especialmente, el Tortoniense.

Es este primer extracto se encuentra el Triásico. A la derecha, la escala en millones de años. El Keuper es la época correspondiente al Triásico superior. Fuente: Stratigraphy.com

En esta segunda escala vemos el Cretácico (en la base) y el Cenozoico o Terciario en al parte superior. el Tortoniense tiene una edad asignada de entre, aproximadamnete, 11 y 7 millones de años. Fuente: Stratigraphy.com
Demos un último repaso a la historia. En unas salinas de extensión continental se depositaron, hace más de 200 millones de años, enormes cantidades de evaporitas. Durante decenas de millones de años, mientras el mar iba y venía depositando las enormes series jurásicas y cretácicas, estos materiales permanecieron enterrados a kilómetros de profundidad. Sin embargo, el ir y venir de las placas africana y europea acabaron por ponerlas en rumbo de colisión. La reactivación de antiguas fracturas en el zócalo, previas a la deposición de los materiales triásicos, generó las condiciones favorables para que parte de esta masa evaporítica, más ligera, iniciase lentamente su ascenso, posiblemente antes del fin del Cretácico (hace más de 65 millones de años). A finales del Cretácico el mar se retiró de la zona, aunque no por demasiado tiempo, ya que a comienzos del Neógeno volvió a invadir la zona. Eventualmente la masa evaporítica acabó por romper la superficie e inundó el mar Tortoniense, hace unos 10 millones de años, y las evaporitas y otros materiales que les acompañaban, junto con fragmentos de la cobertera (conocida como "cap rock") quedaron repartidos sobre los anticlinales periféricos que, a su vez, se iban rellenando por sedimentos más propios del ambiente, como las margas del tap. Finalmente, el mar acabó por retirarse hacia el este y la zona quedó expuesta a la erosión y sedimentación continental (el río Canyoles drena la comarca hasta encontrase con el Júcar). Por último el ser humano apareció por la zona y decidió que la Mola de Montesa era un buen lugar para construir un castillo y dominar la ruta que conducía desde la costa hacia el interior de la Meseta.

Esta historia es la que está escrita en las rocas de la zona y el hecho de que podamos llegar a leerla es lo que hace tan maravillosa a esta ciencia.

Para terminar os dejo esta imagen de Montesa con el sinclinal periférico norte detrás y la serra Grossa (flanco norte del anticlinal en champiñón) en segundo término.

Vista hacia el sur de Montesa y la serra Grossa

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7 comentarios :

  1. Interesante y mucho en lo que a mi me atañe,con lo del "diapirismo", lo tengo "pegado" y por comparación sobre lo que tu explicas hay similitudes. Dicen los expertos que el Keuper aún esta elevandose, te enviare alguna foto sobre esto, cuando las tenga hechas, saludos.

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    1. Así es, en tu zona también hay buenos afloramientos del Keuper, aunque desconozco casos concretos.

      Un saludo

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  2. Muy bueno, lo del diapirismo es un fenomeno muy complejo y muy estudiado por los petroleros por las trampas de petroleo que genera. Respecto a las molasas y areniscas con materiales del Keuper son más abundantes de lo que parecen, yo me las he encontrado en varios sondeos en Montesa, Pinoso, Alberique, etc... Siempre en rocas terciarias, se ve que el diapirismo fue un fenomeno muy importante durante y a finales del plegamiento alpino en la zona de levante.

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    1. Hola José María,

      Cerca de Cortes tenemos también un buen afloramiento del Keuper (diapiro de Ayora-Cofrentes) en el que, como ocurre en otros muchos casos, la tectónica parece haber sido el control determinante de la extrusión. En el caso de Montesa, y a pesar del indudable efecto de la tectónica, el propio ascenso gravitatorio parece haber tenido un papel preponderante. Y eso 'mola', para variar.

      Saludos

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  3. No conocía esta formación del Neógeno con materiales heredados del Keuper. Me ha parecido interesantísimo. Enhorabuena por la estupenda y detallada explicación de la molasa de Montesa y del fenómeno del diapirismo, y gracias por compartir tus investigaciones geológicas.
    Saludos

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