
A veces un pequeño detalle, aparentemente sin importancia, despierta en nosotros el recuerdo de alguna noción de mucha mayor trascendencia. Es interesante descubrir como una pequeña broma puede servir para ilustrar un concepto del mayor interés, sin perder la gracia de una ni la profundidad del otro.
Hace una semana, mientras caminaba por la calle cerca del trabajo, reparé en un cartel pegado en el escaparate de una frutería. Como suele ser habitual, anunciaba los precios de ciertos productos. En este caso, el anuncio contenía un par de errores ortográficos, lo que llamó mi atención. Este...