Entre los seres humanos es muy común sentir fascinación por aquellos lugares ocupados en un tiempo por otras personas y que ahora están abandonados. No es necesario que se trate de excavaciones arqueológicas en emplazamientos de un pasado remoto. Quizá este efecto es más patente cuanto más próximo en el tiempo se encuentre el momento de la partida definitiva de los antiguos ocupantes, probablemente porque sentimos más facilidad de empatizar con personas a las que atribuimos una afinidad más difícil de experimentar con gente cuyas motivaciones (para ocupar un lugar y abandonarlo posteriormente) nos son casi incomprensibles. La sensación de fascinación es aún mayor si es posible visitar el lugar en solitario, sin las aglomeraciones propias de los centros turísticos. Y si además existe un factor geológico, tanto mejor.
En esta ocasión comparto con vosotros una visita que he realizado este verano a las salinas de San Javier, en Cofrentes. Lo primero es decir que no están acondicionadas para la visita y el camino que conduce a ellas no está señalizado. La ruta marcada por el ayuntamiento simplemente conduce hasta un mirador desde el que no es posible acceder al lugar. Pero si por una de aquellas pensáis visitar esta instalación os indicaré con gusto la forma de llegar.
El itinerario señalizado parte de las inmediaciones del puente del antiguo ramal de la N-330 que cruza Cofrentes (en la actualidad un nuevo viaducto ha completado la circunvalación que ha desviado el tráfico fuera de la población. Aquellos que conozcan esta travesía sabrán también de multitud de vehículos atascados en una de sus curvas, incapaces de avanzar ni retroceder). El caso es que desde el área recreativa del Campo del Cura parte una pista asfaltada con una indicación de 'Salinas'. Si la seguimos, eventualmente disfrutaremos de la siguiente vista panorámica.
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Vista panorámica de las Salinas de San Javier desde el mirador |
En la fotografía panorámica se aprecian las distintas balsas de decantación y evaporación en las que se llevaba a cabo el proceso de obtención de la sal, además de algunas construcciones auxiliares. La explotación se encuentra en el fondo del barranco del Tollo, que fue desviado por el perímetro para acomodar la obra. Todas las estructuras se encuentran a una cota elevada para protegerlas de avenidas. En el centro izquierda de la imagen vemos unas manchas blanquecinas sobre el cauce. Un panel situado al efecto (modesta pero feliz iniciativa en el triste contexto actual de desconocimiento de nuestro patrimonio geológico) nos informa de que estas salinas estuvieron en explotación hasta los años 90 y ahora están abandonadas.
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Panel informativo en el mirador. Click para ampliar |
A pesar de verlas tan cerca no nos es posible descender desde este punto. Para bajar hay que dar un buen rodeo retomando la carretera nacional hasta encontrar el antiguo camino de acceso a la explotación. En general se encuentran en buen estado casi hasta el final, en las inmediaciones de la salina. El tramo final, de abrupto descenso, está muy acarcavado y decidimos dejar el coche y bajar a pie. Desde aquí disfrutamos de una perspectiva distinta.
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Otra vista general de las salinas. La panorámica anterior se tomó justo desde enfrente, donde se intuye la pista asfaltada que discurre justo al pie de la alineación de pinos |
La tarde se nos va y hemos de darnos prisa. Las balsas de evaporación están pavimentadas con losas y las arcillas que rellenan el fondo presentan grietas de retracción y, en algunos puntos, algo de sal.
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Detalle de una de las balsas de evaporación. Fijaos en las losas que pavimentan el fondo y en lo abrupto de las paredes del barranco que se ven al fondo |
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La joven ayudante de campo Inés realiza una cata de la halita que tapiza alguna losa |
El murete de las balsas está formado por lo que parecen calizas o dolomías en las que, si nos fijamos, encontramos indicios de un origen lacustre. Como por ejemplo, moldes de tallos de plantas. con bastante probabilidad provienen del relleno Mioceno de las cuencas que flanquean el diapiro.
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Moldes de tallos de plantas |
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Otro bloque de caliza lacustre (o, mejor dicho, palustre) |
Las balsas no nos proveen de ejemplos satisfactorios de cristales de halita. Pero recordemos los parches blanquecinos que avistamos en el cauce.
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El cauce del barranco del Tollo está tapizado de halita |
Efectivamente. En el cauce encontramos lo que estamos buscando. Si bien no encontré ningún cristal idimorfo de halita, sí podemos ver unos curiosos agregados.
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Los agregados cristalinos de halita adquieren un curioso hábito al crecer desde el cauce |
Bueno. Hemos conseguido el objetivo. Hemos encontrado el lugar. Hemos llegado a él y, tras recorrerlo, hemos encontrado la sal. El lugar tiene un indudable atractivo histórico y natural.
Ahora bien, Cofrentes está bastante lejos del mar. ¿De dónde sale la sal? Pues procede de una formación geológica conocida como Arcillas yesíferas de Quesa, que en este caso podéis ver en las paredes grises y rojizas excavadas por el barranco donde se encuentran las salinas. Esta formación no posee sal (halita, en particular) cuando aflora en superficie, ya que el agua de escorrentía disuelve ésta con facilidad. En cambio sí posee grandes cantidades de halita en el subsuelo, razón por la cual es posible extraer mediante bombeo el agua subterránea que ha estado en contacto con ella para, una vez decantadas las partículas en suspensión (arcilla, arena, etc.) proceder a la evaporación y cristalización de la sal. Los colores abigarrados ya nos son familiares: se trata del Keuper, que aflora de forma espectacular entre Cortes de Pallás, Cofrentes y el valle de Ayora en general (véase el artículo sobre el Keuper en Cortes de Pallás). El Keuper consta de 5 unidades denominadas secuencialmente K1, K2, K3, K4 y K5. De ellas, tres están definidas en las inmediaciones de Cofrentes: la formación Arcillas y yesos de Jarafuel (K1), la formación Arcillas de Cofrentes (K3) y la formación Yesos de Ayora (K5). La Fm. Quesa es la K4. Tanto la Fm. Quesa como la Fm. Cofrentes, especialmente esta última, están formadas por materiales deleznables lo que motiva que el agua de escorrentía excave en las mismas profundos barrancos (como es el caso del Tollo).
La formación Quesa se depositó en el Triásico superior, hace más de 200 millones de años. En aquel entonces toda la zona Este de lo que ahora es Iberia (y, en realidad, grandes extensiones de Europa) constituían unas gigantescas salinas naturales en las cuales el agua del mar se evaporaba depositando inmensas cantidades de halita, yeso y otras sales. Medios sedimentarios similares pueden encontrarse hoy en día en la costa arábiga del Mar Rojo. No deja de ser curioso pensar en el largo viaje de la sal extraída en esta explotación partiendo de su origen en el antiguo mar conocido como Paleothetys.
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Recostrucción paleogeográfica correspondiente al Keuper. El círculo señala la ubicación aproximada de Iberia, en la orilla del Paleothetys. Fuente: Ron Blakey - http://cpgeosystems.com/ |
Así pues, en este lugar no sólo es posible experimentar el encanto de un sitio donde seres humanos estuvieron trabajando a diario hasta hace un par de décadas. También podemos reflexionar acerca de la curiosa historia de un mar desaparecido hace millones de años y que nos dejó como recuerdo la sal que hemos encontrado en el barranco.
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Cobertizo abandonado |
Podéis leer más sobre la geología de Cofrentes visitando el volcán del cerro Agrás, en este mismo blog.
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Mira que he estado en Cofrentes (en el balneario) y no me entere de la existencia de estas Salinas. Si vuelvo haré por visitarlas, aunque con tu artículo las doy por conocidas.
ResponderEliminarPues sí. A pesar de la cercanía, yo tampoco las conocía. Y la señalización es realmente reciente. Por otra parte, es de agradecer el esfuerzo del ayuntamiento de Cofrentes por mostrar su patrimonio geológico.
EliminarUn saludo, José María
pues el ayuntamiento va a a hacer un nuevo acceso , para que nadie se quede sin conocer esta paraje.
ResponderEliminarExcelente noticia!
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