El pasado siempre es presente
Recuerdo que cierto comentarista de noticias de famoseo, uno de los que escribían sus crónicas en las llamadas revistas del corazón durante los 90, solía decir, hablando de la ahora reina Letizia: “el pasado siempre es presente”. Se refería, naturalmente, a los condicionantes que su vida anterior imponían sobre alguien destinado a un puesto con unos requerimientos de intachabilidad que, en su opinión, la Leti no cumplía. Naturalmente, este comentarista no era consciente de que estaba dando la vuelta al que durante casi 200 años ha sido el principio rector de la geología: el actualismo geológico anticipado por Hutton y formulado por Lyell en la frase: “El presente es la clave del pasado”. Este principio permitió a la Geología establecerse como ciencia al liberarse del catastrofismo que negaba cualquier posibilidad de entender el funcionamiento del planeta, y sólo recientemente ha sido acotado al evidenciarse que:
1) En ciertos momentos en la historia de la Tierra hubo procesos geológicos que no se dan en la actualidad (por ejemplo, la Gran Oxidación, el proceso por el cual se generaron las formaciones de hierro bandeado durante el Proterozoico).
2) El registro geológico conserva evidencias de procesos que no pueden considerarse más que como catastróficos, con lo que ello implica (esto ha sido bastante duro de aceptar por la mayoría de los geólogos educados en el gradualismo). Un ejemplo clásico es del impacto meteórico del final del Cretácico que generó el cráter de Chixulub (Méjico).
Pero volviendo al origen de la cuestión. Este idea de" “el pasado siempre es presente” volvió a mi mente años después de escucharla por primera vez al reconsiderar un pequeño misterio geológico que ha atraído mi atención intermitentemente a lo largo de un buen número de años.
Las Peñas es el nombre común del macizo de calizas tableadas de edad Santoniense (Cretácico superior) sobre el que se asienta el núcleo principal de Cortes de Pallás (Valencia). Para cualquiera con un interés geológico son un foco de atracción irresistible a causa de la regularidad de los bancos de caliza, excelentemente expuestos debido a la prácticamente nula formación de suelos que sostengan una cubierta vegetal. Además, su accesibilidad es total. Cortes de Pallás se estructura en una serie de calles paralelas a las curvas de nivel que son cortadas por otras que conducen de abajo a arriba siguiendo la línea de máxima pendiente hasta acabar en las Peñas. (Hemos recorrido estas rocas en esta serie de artículos).
Las Peñas de Cortes de Pallas desde el sendero de La Cortada. En el centro de la imagen es claramente visible la incisión provocada por los dos barrancos descritos en el texto |
Recuerdo perfectamente la cantidad de horas que pasábamos de pequeños recorriendo estos bancos calizos, expuestos a peligros que pondrían los pelos de punta a cualquier padre actual. El caso es que, durante aquellas exploraciones infantiles, di con algo que parecía estar completamente fuera de lugar: en medio de la monotonía geométrica y cromática de Las Peñas existe un rincón en el que es posible jugar con arena de río, fina, bien seleccionada y de un llamativo color rojizo. Lo anómalo de este hecho impresionó lo suficiente mi no-orientado-a-la-geología cerebro infantil que años después, mi ya-orientado-a-la-geología cerebro adulto me guio de vuelta a este rinconcito cuando me interesé de un modo más sistemático en la naturaleza de Las Peñas. La primera visita que realicé ya equipado con mi geovisión reveló que las arenas procedían de la erosión de unas areniscas y conglomerados con estratificación cruzada con un origen claramente fluvial. Materiales fluviales en la ladera de las Peñas. Un buen misterio en sí mismo. Aunque en aquel entonces me limité a dar cuenta de ello en uno de los primeros artículos de este blog. Es hora de volver sobre ello.
Los barrancos de las Peñas de Cortes
Las Peñas están atravesadas por dos barrancos que las cortan siguiendo prácticamente la línea de máxima pendiente. Uno de ellos (que llamaremos barranco de la calle alta) atraviesa el pueblo por la mitad, justamente a la altura de la iglesia, mientras que el otro, situado al oeste, constituye prácticamente el límite del caserío y desemboca en el arroyo de Cortes a la altura del polideportivo y el colegio (por esto le llamaremos barranco del colegio). Ambos tienen un recorrido muy corto: en su tramo principal, donde atraviesan de forma rectilínea las Peñas y poseen un cauce bien definido poseen longitudes de 200 m en el primer caso y de 400 m en el segundo. Hay varias cosas que llaman la atención en cada uno de estos barrancos (al menos a mí). Son las siguientes:
Lo primero es la gran incisión que han realizado en rocas tan duras como las calizas del Santoniense. Es verdaderamente llamativo. Fijaos en la cabecera del barranco de la calle alta:
Incisión del barranco de la calle alta en las calizas santonienses al final del tronco principal (explicación en el texto) |
Y este es el ‘curso’ medio del barranco del colegio, junto a la carretera de la Muela. Hay que tener en cuenta que este cauce ha sido parcialmente rellenado por el vertido de materiales antrópicos:
Incisión del barranco del colegio en su tramo medio, junto a la carretera de la Muela.Son visibles a la derecha los rellenos antrópicos a causa de vertidos de residuos de construcción |
Lo siguiente que llama la atención, especialmente en combinación con lo anterior, es que estos barrancos no llevan agua de forma permanente, tan sólo cuando se producen lluvias. Y no digo época de lluvias. Me refiero al momento mismo de la tormenta, en forma de escorrentía. Es decir, no hay fuentes, ni siquiera estacionales, asociados a ellos.
La última cuestión también está relacionada con la anterior y tiene que ver con la limitada extensión de la cuenca de la que procede el caudal que canalizan cuando llueve.
Estimación muy grosera de la superficie de la cuenca de ambos barrancos. Medida realizada con el visor Iberpix del Instituto Geográfico Nacional |
Todos los anteriores factores (pendiente, cuenca reducida, escasa longitud del cauce) se combinan para hacer que el llamado tiempo de concentración de la cuenca (el tiempo que transcurre desde que comienza a llover hasta que el caudal se estabiliza) sea muy pequeño. En efecto, especialmente en el caso del barranco de la calle alta, el tiempo que transcurre desde que comienza a llover con fuerza hasta que el agua llega al pueblo es de algunos minutos. Lo mismo que tarda en desaparecer una vez deja de llover.
De todo lo mencionado, lo verdaderamente llamativo es que a la vista de la incisión de los barrancos uno esperaría que el caudal que discurre por ellos, aunque sea en el momento de fuertes precipitaciones (estamos en el Mediterráneo), sea enorme, pero no es así. En el caso del barranco del colegio ni siquiera ha sido necesario canalizarlo al llegar al pueblo. Esta es su ‘desembocadura’:
Así pues, ¿cómo es posible que una cantidad tan limitada de agua de escorrentía haya sido capaz de excavar semejantes cauces? Esta es la pregunta fundamental y vamos a salir a la búsqueda de posibles respuestas.
Un poco de ayuda ‘caída del cielo’
Para poder analizar un poco más en detalle la geometría del curso de estos barrancos vamos a recurrir a la cartografía LiDAR. Se trata de un modelo digital del terreno construido por medio de un láser transportado por un avión mientras sobrevuela un territorio. El láser dispara un haz de luz contra el terreno y mide el tiempo de retorno, lo que permite a su vez estimar la distancia. Puesto que el haz es muy fino puede pasar a través de las hojas de la vegetación y gracias a ello se obtiene un modelo del terreno desnudo. Aquí tenemos el modelo digital de las cuencas de los barrancos de las Peñas de Cortes. He marcado en rojo el cauce principal del barranco del colegio y en azul el cauce principal del barranco de la calle alta.
El análisis del modelo anterior nos revela una diferencia fundamental entre ambos barrancos. En el caso del barranco del colegio (rojo) una vez atravesada la sección principal de las Peñas (punto A) se ramifica en una red de drenaje con geometría dendrítica. El caso del barranco de la calle alta (azul) es bien diferente. Aquí no se supera la sección principal de las Peñas. En su lugar, al llegar al punto B el cauce hace un giro brusco de casi 90º para continuar en una dirección aproximadamente perpendicular al tronco principal. ¿Qué explica este comportamiento tan distinto? Parece que en lugar de avanzar en la resolución del misterio no hacemos nada más que acumular nuevas cuestiones. Vamos a echar un vistazo más detallado a cada uno de los barrancos.
El caso del barranco del colegio
Con las pistas obtenidas gracias al LiDAR podemos volver al terreno para verlo con una mirada nueva. Lo que vemos es que el barranco se encaja mientras atraviesa las duras calizas de la Fm Utiel y que a partir de este punto, aproximadamente a la altura del cementerio, se ramifica de forma dendrítica. Desde el campo no somos capaces de percibir esto con claridad porque los árboles nos impiden ver el terreno. Y eso, en sí mismo, es una pista muy importante. La red dendrítica se desarrolla justamente donde hay árboles, es decir, donde el terreno posee un suelo capaz de permitir el desarrollo de vegetación de gran porte. Esto es, las rocas son diferentes.
Traza aproximada en planta de la Fm. Perenxisa. Las líneas corresponden con dos fallas paralelas que delimitan un bloque hundido donde se han preservado excepcionalmente bien estos materiales, a pesar de su carácter deleznable. La naturaleza del terreno y la presencia de un suelo bien desarrollado permite que la vegetación resalte aún más el contraste litológico. Elaborado sobre una imagen de Bing Maps |
Ello se debe a que las Peñas están afectadas por un par de fallas que hunden la sección central, de forma que los materiales margosos más deleznables de la Formación Perenxisa, que se depositaron por encima de calizas de la Formación Utiel, se han preservado de la erosión. Son esas margas las que permiten el desarrollo de los árboles. Y también las que, por su menor resistencia a la erosión, son acarcavadas por la cabecera del barranco. Una vez que el barranco supera el umbral de las calizas más resistentes, se extiende en todas direcciones de forma dendrítica. Y ese umbral es, precisamente, la zona de la falla. Eso es lo que vemos en este caso. Más cerca con el LiDAR:
Algo hemos avanzado. Sabemos que la configuración de la red de drenaje del barranco del colegio está controlada por el contraste litológico a ambos lados de una falla. ¿Qué ocurre con el barranco de la calle alta?
Traza aproximada de la falla del cementerio, en el límite meridional del bloque hundido mencionado en el texto |
El caso del barranco de la calle alta
Ya hemos visto que el barranco de la calle alta no llega a atravesar el umbral de la zona de falla, sino que antes de alcanzarlo realiza un brusco giro hacia el noreste. ¿A qué se debe esto? Vamos al terreno para ver de cerca justamente el punto en el cambia de dirección. Lo que encontramos es que el barranco está desmantelando precisamente los conglomerados, areniscas y limos rojizos que comenté al inicio del artículo.
Estos materiales están inclinados, no son subhorizontales como esperaríamos en un medio fluvial. Además, parecen concordar con los materiales del cretácico con los que están en contacto. Esto parece indicar que fueron depositados antes de que las Peñas, que son un bloque fallado y hundido desde la Muela de Cortes (las calizas de Utiel coronan la Muela frente al pueblo), se desplazasen hasta alcanzar su posición actual. Lo que a su vez nos sugiere que se trata del relleno de un cauce excavado por un barranco o río anterior al actual. En este sentido, el barranco de la calle alta es la reencarnación de un sistema fluvial previo, que excavó un cauce y lo rellenó antes de que las Peñas existiesen como una entidad geológica independiente. El barranco de la calle alta está condicionado completamente por esta historia previa, de forma que, en este caso, efectivamente el pasado siempre es presente.
Detalle de los limos, arenas y areniscas fluviales mostrados en la imagen anterior. Geno hace de escala sin saberlo, perpleja ante la incisión del barranco de la calle alta (la foto es de archivo) |
Empleando el modelo digital podemos apreciar en detalle el giro y el encajamiento en el relleno previo.
Modelo digital del terreno en el que se ha marcado el codo del barranco de la calle alta y su relación con el umbral de la falla del cementerio |
Recapitulando. En algún momento, durante el final del Terciario, existió un sistema fluvial que excavó un barranco bastante profundo sobre el bloque de calizas del Cretácico superior que ahora son las Peñas. En aquel entonces, este bloque no se había separado del relieve tabular de la Muela. Eventualmente este cauce se rellenó con materiales transportados por la corriente, lo que dio origen a los conglomerados, areniscas y limos que vemos actualmente. Posteriormente se produjo el episodio de distensión que fracturó el borde la Muela, generando la fosa tectónica del Júcar. El bloque, ya individualizado, de las peñas se desplazó desde su posición original hasta la actual, unos 400 m por debajo. En algún momento de este proceso comenzó la incisión del barranco de la calle alta, que progresó aguas arriba hasta que alcanzó los materiales más fácilmente erosionables del sistema previo, momento en que cambió su dirección para incidir en los mismos. De esta forma nunca llegó a rebasar el umbral de la falla del cementerio (que por cierto, se generó durante el proceso distensivo que dio origen a las Peñas).
No se vayan todavía…
Hemos desvelado las razones que explican la configuración actual de estos dos barrancos, pero no obstante quedan todavía dos preguntas pendientes. La primera de ellas está relacionada con el paleocauce que está siendo exhumando actualmente por el barranco de la calle alta. En principio, este paleocauce podría haber seguido una dirección cualquiera. Pero resulta muy sospechoso que de entre todas las posibles parece que siga justamente una paralela a la falla del cementerio, evidenciando de esta manera un cierto control estructural. Si volvemos a emplear el criterio de la vegetación, así parece ser. Coincidiendo con la aparente traza del paleocauce hay una evidente alineación de la vegetación, paralela a la falla del cementerio. Fijaos:
Y no sólo eso. Como dijo Thomas Huxley, “la gran tragedia de la ciencia es la destrucción de una bella hipótesis por un hecho, pequeño y feo". Y en este caso hay un pequeño dato que he he ocultado todo el tiempo. Cuando dije que las capas de las areniscas del paleocauce eran aparentemente concordantes con las calizas sobre las que se depositan os mostré una imagen, pero no dije que, en realidad, las primeras tienen un buzamiento de 28º mientras que las segundas sólo lo tienen de 10º. Si bien no cabe esperar que el buzamiento sea idéntico, una diferencia de 18º merece una explicación. ¿Cómo justificar que el paleocauce sea previo a la formación de las fallas si sigue la misma dirección y además las areniscas y las calizas no parecen haber experimentado la misma deformación? La respuesta sólo podemos obtenerla sobre el terreno.
En primer lugar, no encontramos más materiales fluviales al oeste del codo del barranco de la calle alta. Es decir, que si bien la alineación de la vegetación existe y parece sugerir un contraste litológico, no parece poder atribuirse a la presencia de estos materiales. Lo que explica esa alineación es una nueva falla, una que presenta un pequeño salto, paralela a la falla del cementerio y perteneciente al mismo sistema de fracturas. Esta falla puede verse perfectamente desde la carretera de la Muela.
Falla normal de pequeño desplazamiento asociada al sistema de fallas del cementerio. |
Y mejor comentada:
Esta falla no sólo explica la alineación que hemos visto en la vegetación, sino también el diferente buzamiento de los materiales, ya que las areniscas se encuentran sobre el bloque hundido y por ello presentan un buzamiento mayor. Y hay otra cosa. Entre el cementerio y el helipuerto hay un pequeño afloramiento de areniscas muy similares a los descritas. Cuando se mide la dirección y buzamiento de estos materiales este último resulta ser de… 28º. Es decir, que en realidad el paleocauce seguía una dirección oblicua respecto al sistema de fallas descrito y es cortado por el mismo, lo que nos permite mantener la hipótesis de que es preexistente. Además, en ambos casos se encuentran guijarros muy bien redondeados de cuarzo que no pueden tener su origen en las calizas cretácicas que cortan estos barrancos, por lo que su origen debe estar asociado al desmantelamiento de los materiales paleógenos que actualmente sólo se encuentran al pie de la sierra de Martés.
La cosa queda, pues, así.
La línea morada une los dos afloramientos de materiales fluviales descritos en el texto. Esta línea es oblicua a la traza de las fallas del sistema de fracturas del cementerio |
La última cuestión que no hemos respondido (directamente) es la primera que nos planteamos. ¿Cómo es posible que estos barrancos hayan practicado semejantes incisiones, que se antojan totalmente desproporcionadas? Todo parece indicar que se trata de cauces cuyo origen es anterior al relieve actual, de forma que se encuentran ‘fuera de contexto’. Muy posiblemente las cuencas que drenaban en su origen eran mucho más extensas, pero fueron segmentadas por la fracturación del final del Mioceno-Plioceno hasta quedar en su configuración actual, totalmente irreconocibles. En los bordes de la Muela de Cortes hay multitud de barrancos colgados, testigos de aquella red de drenaje relicta, de la cual el mayor exponente es el propio arroyo de Cortes, colgado a más de 100 m sobre el cauce del Júcar.
Pero eso es otra historia.
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Fantástico, una vez más. Como una novela negra, hasta dar con el asesino. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pepe!
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